lunes, 3 de mayo de 2010

EL NACIMIENTO DE TRES POTENCIAS: EL DRAGÓN, EL OSO y EL ÁGUILA.

EL DRAGÓN: El Imperio del Japón
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En contra de lo que muestran los manuales de historia, el moderno estado del Japón surge de las diferencias mantenidas entre los diferentes sogunatos (señoríos feudales). Traducidas en autenticas guerras y sobre todo entre los que veían la figura del emperador del Japón como un dios (ó por lo menos como la cabeza visible de las diferentes versiones del Budismo practicado en las islas Japonesas – Shinto, Confusionismo,... -) y los que veían al emperador como una figura política y religiosa.
En contra de lo que se suele pensar, los diferentes señoríos japoneses de la edad media (entre los siglos XII y XVIII de nuestra era). El país no estaba cerrado a los extranjeros y el comercio de la seda, porcelanas y otros productos japoneses (mucho más caros y estimados en occidente que los originarios de China) a cambio de cualquier otro producto que resultase desconocido en el Japón (las apetecidas monedas de plata de la América Española, los mosquetes y la pólvora Europeos, etc. Y en general cualquier técnica ó conocimiento que resultase novedoso para los Japoneses. Por lo que los éxitos alcanzados por los Jesuitas y otras órdenes misioneras católicas en el país se explican por sus elaborados conocimientos en botánica, medicina, astronomía, etc. y la disposición de estos a enseñárselos a cuantos japoneses deseasen convertirse a la religión católica).
A partir del siglo XVI, los señores feudales Japoneses armados con armas de fuego por los comerciantes y misioneros Españoles y Portugueses empiezan a imponerse sobre los que se mantienen impermeables a la influencia extranjera y los señoríos pequeños son absorbidos ó anexionados por los más poderosos de todos, el proceso seguirá hasta que el señor feudal de Tokugawa, después de derrotar al clan de los Hideroyi, se apoderará de todo el país y se instalara en la ciudad de Edo (hoy en día Tokio). Gobernando por encima del emperador durante más de 200 años y durante 15 generaciones.
En el siglo XIX, se producen tres hechos fundamentales:

1º) En 1844 los comerciantes Holandeses sustituyen a Españoles y Portugueses como principales socios comerciales del país y los señoríos subyugados al clan Tokugawa. Al tratar de incrementar las relaciones comerciales (poner fin a los monopolios comerciales de determinados puertos, poder comerciar sin restricciones cualquier producto, fin a los aranceles abusivos y a la discriminación que sufren los extranjeros, etc.) Se chocaran con la negativa al cambio que dicho clan ha impuesto por todo el territorio (Negativa exclusivamente por motivos políticos, no por cualquier sentimiento nacional ó patriótico que les era completamente desconocido). Sin conseguir prácticamente nada a parte de unas pocas amables palabras.

2º) En 1853 llegan los mucho más audaces comerciantes Norteamericanos, que reclaman el apoyo de su gobierno, al experimentar las mismas dificultades que los anteriores.
En respuesta, su gobierno enviará una expedición naval mandada por el Comodoro Matthew Perry (con los buques de guerra siguientes: vapor a ruedas “Mississippi”, la cañonera a vapor “Plymouth”, la cañonera a vapor “Saratoga” y el vapor a ruedas “Susquehanna”). Todos armados con multitud de cañones pesados y con las santa - barbaras bien repletas de pólvora. Aprovechando un funeral cristiano en Edo, el día 8 de Julio de 1853, realizarán (en teoría) una salva de honor, disparando durante horas sus cañones y alarmando tanto a los civiles como a los feudales, los cuales inmediatamente empezaran a negociar un tratado de amistad y comercio con las potencias occidentales, que culminará con la firma el día 31 de III de 1854 del Tratado de Kanagawa (por el que se liberaliza el comercio Japonés y se pone fin a cualquier restricción al mismo). Al que seguirán otras tratados con diferentes potencias, hasta llegar al tratado de Harris del 29 de Julio de 1858, por el que el gobierno Japonés y el de Estados Unidos acordarán:

Intercambio de legaciones Diplomáticas.
Apertura al comercio USA.
Los ciudadanos USA pueden residir y trabajar en el territorio Japonés sin restricciones.
Los ciudadanos USA solo pueden ser juzgados en tribunales norteamericanos (aunque estén en Japón) y solo están sujetos a las leyes norteamericanas.
Los aranceles aplicables a los productos USA, deben ser acordados por ambas naciones. En caso de desacuerdo, no se aplicará arancel alguno hasta que exista un acuerdo.

(En Japón, se consideró estos hechos como el mejor ejemplo de la “Política Cañonera” y el inicio del imperialismo Norteamericano en Asia).

3º) Finalmente, en 1864, las potencias Europeas excluidas de los tratados Americanos – Japoneses, pero con intereses en Asia. (Por si todavía no lo han adivinado: Gran Bretaña y Francia) empezaron a considerar la idea de sustituir al grupo de poder por uno más afín a sus intereses y se encontraron que se estaba creando una facción de señores feudales y dominios dispuestos a expulsar del poder a los Tokugawa. (Se trataban de: señorío de Satsuma, señorío de Chosu, señorío de Tosa, dominio de Hiroshima y dominio de Saga. Décadas después una alta proporción de los principales jefes militares, políticos, almirantes y dueños de las grandes empresas y bancos eran descendientes directos de estos señoríos).

En primer lugar y de cara a legitimarse ante los ojos del pueblo llano, del resto de samurais y señores feudales y de los sacerdotes budistas. Ofrecieron sus vidas, sus haciendas y la jefatura de su movimiento al emperador Meiji (el cual permanecía encerrado en su palacio de Kyoto desde el día en que fue coronado en 1867, como lo eran el resto de sus antepasados en los últimos 200 años.) Este aceptó inmediatamente y les hizo entrega de su Imperial Sello (un documento firmado por él, por el que podían presentarlo ante cualquiera y de esa forma hablar en nombre del propio – y divino – emperador).
Lo siguiente que hicieron, fue reclutar un ejército de más de 120.000 voluntarios – forzosos (literalmente, recorrieron los campos secuestrando a cuantos hombres sanos encontraron y reclutando a decenas de guerreros samurais [incluidos docenas de ro nin agraviados durante generaciones por el clan Tokugawa], con la promesa de un sueldo fijo – prerrogativa que no habían gozado en toda su existencia – y entregándoles grados de oficial o suboficial en función de su pericia en las armas y de sus – siempre escasos conocimientos – académicos). Aunque no está claro el origen de la idea, parece ser que la llegada de una misión militar Francesa en 1867 tuvo algo que ver con tan insólita medida.
Aparte, de garantizar a los señores del crimen (las familias que controlaban a las hermandades de Ninjas) una parte del pastel en el futuro estado, si estos mantenían su neutralidad en el conflicto incipiente.
Con la promesa de apertura comercial al comercio de esas dos potencias y la firma de un empréstito por valor de 100.000 Libras Esterlinas en oro, comenzaron a adquirir rifles modernos, artillería, ametralladoras, barcos de guerra modernos y sobre todo uniformes (en general el azul y rojo Francés), para transformar esta chusma de desarrapados en un ejército moderno y disciplinado.
En 1867, el emperador retiró las prerrogativas legales de que disfrutaban los Tokugawa desde hacía 200 años y al año siguiente, el emperador en su cumpleaños declaró restaurado su poder.
Por su parte los Tokugawa, tratarán de recuperar el poder y atacarán la ciudad de Kyoto, en represalia, llamará en su ayuda al ejército que habían creado los señoríos. (Con lo que de golpe lo convirtió en el primer ejército y armada nacionales de la historia del Japón, dándoles además el estandarte del sol radiante (usado desde entonces como distintivo de las fuerzas armadas) y el símbolo imperial.
Poco a poco derrotarán a las fuerzas de los Tokugawa (siempre será una lucha de japoneses contra japoneses) hasta lograr primero la rendición de la ciudad y castillo de Edo (el fin del poder de los Tokugawa, sin embargo fueron generosos con los vencidos y después de su rendición, se les permitió seguir conservando sus propiedades y residencias sujetos a la autoridad imperial).
Algunos elementos, antiguos señoríos vasallos de los Tokugawa y otros irredentos a ambas partes, tratarán de crear su propio estado y su propio ejército, bajo la denominación colectiva de “Alianza del Norte”. Pero serían derrotados por tierra y mar. Al tiempo que el Emperador Meiji se instala en la ciudad de Edo, que cambia de nombre y se denominará Tokyo, convertida en la nueva capital del estado unificado.
El siguiente encargo del emperador, en 1869, fue destruir la República Ezo, un remedo de estado semi – tribal y semi – moderno, sometido al vasallaje de los Tokugawa y reconocido solo por el gobierno de los Estados Unidos, en la Isla de Hokaido, con capital en la ciudad de Osaka.
Después de un desembarco anfibio y una invasión terrestre (descrita por muchos observadores contemporáneos como Salvaje. Y considerada por los nacionalistas – independentistas de Hokaido, como un genocidio) el estado es destruido y la isla formalmente anexionado al Imperio del Japón. Aunque las autoridades de Tokyo lo justificaron (y siguen justificando) como un ataque preventivo contra el último refugio de que disfrutaban las facciones rebeldes del clan Tokugawa. Muchas fuentes independientes, lo consideraron la primera agresión imperialista del Japón. (En especial cuando saquearon el banco nacional y se apoderaron de las 180.000 monedas de oro que había en sus arcas y que servirían posteriormente para financiar la modernización del Japón.)
El siguiente encargo, para el ejército y la armada japonesa, fue someter las rebeliones Saga de 1874, Chosu de 1876 y sobre todo la Satsuma de 1877 (la de la película “El último Samurai”). Se trataron de levantamientos de los señores feudales, temerosos de perder sus privilegios, cuando en 1871 se abolió el orden feudal y de la servidumbre.
Aparte, ese mismo año: se decretó la igualdad jurídica de todos los japoneses; se estableció pensiones para indemnizar a los nobles y se creó un sistema de becas para estudiar en el extranjero.
El primer sistema educativo se estableció en 1871, copiado del modelo Norteamericano; aunque con aportaciones propias: Se nacionalizaron las escuelas privadas de los templos budistas, convirtiéndose en escuelas primarias.
Las escuelas privadas de los diferentes señoríos feudales, también fueron nacionalizadas y convertidas en escuelas secundarias.
La antigua academia del Señorío de Tokugawa, fue nacionalizada y convertida en la “Universidad de Tokyo”.
(Hubo posteriormente reformas educativas en 1879 y 1880; centralizando el sistema y adoptando las doctrinas más recalcadas del confucianismo. La cartera de educación se creó en 1885.

Sin embargo en la reforma de 1890, se adoptó un enfoque más nacionalista y políticamente más conservador del sistema educativo. Aunque el grado de alfabetización de la nación estaba próximo al 94% para ambos sexos).
La educación primaria fue obligatoria desde 1872, mientras que las secundarias fueron declaradas escuelas preparatorias y gratuitas para aquellos estudiantes que fuesen declarados aptos para ingresar en la universidad.
En 1878, se crearon escuelas gratuitas para ciegos y sordos, poniendo énfasis en el caso de los ciegos en la enseñanza de los oficios relacionados con el masaje, la acupuntura, la terapia física y el piano.
A partir de 1907, se declaró obligatorio la educación a partir de los seis años. El plan de estudios se centró en la educación moral (principalmente para inculcar el patriotismo), matemáticas, lectura y escritura, composición, caligrafía japonesa, historia de Japón, geografía, ciencia, dibujo, canto y educación física.
Entre 1912 y 1931, el plan de estudios fue de nuevo centralizado y se hicieron notar las influencias del sistema alemán en un intento de incrementar el espíritu patriótico y aumentar la militarización de Japón. El Decreto Imperial para soldados y marineros se convirtió en una lectura obligatoria para los estudiantes de esta época.
La última gran reforma, fue en 1941, cuando se segregó la educación de hombres (formación o entrenamiento vocacional impartiendo medicina, leyes, economía, comercio, ciencias de la agricultura, ingeniería o administración de empresas y militar) y mujeres (economía de hogar).
De todas formas, cuando llegaron los Europeos al Japón, se asombraron de que la población estaba alfabetizada en un 80% en los hombres (que normalmente disponían de algún tipo de titulación en un 50% de los casos) y en un 60% las mujeres (con un 20% de ellas tituladas en alguna materia). Lo que quizás explique el rápido desarrollo y porqué la nación no acabó colonizada.

En 1872, se implantó un servicio militar obligatorio que pretendía fundamentalmente democratizar el oficio de las armas y modernizar el ejército de acuerdo con los modelos prusiano y francés y se estableció la enseñanza obligatoria, la moneda nacional (basada en el sistema monetario de Estados Unidos) e importantes reformas en la policía, la prensa, el derecho, el servicio postal, los ferrocarriles, la sanidad y la Hacienda.
Japón se estaba modernizando y lo hacía sin perder su esencia nacional, un proceso que, de todas formas, ya había tenido precedentes en los siglos anteriores.
En 1878, se crearon los parlamentos regionales y de 1884 a 1889, el sistema político evolucionó hasta convertirse en una monarquía constitucional con una cámara de diputados electiva. (Los partidos hegemónicos hasta la II Guerra Mundial serían: la Sociedad Patriótica – de ideología liberal reformista, el Partido Liberal – de influencia francesa y relacionado con las incipientes casas de comercio e industriales, el Partido Progresista Constitucional – similar a los laboristas Británicos, el Partido por el Poder Imperial – conservador, de derechas y monárquico.)
La Asamblea nacional sería proclamada en 1880, de estilo y funcionamiento similar al Británico (si bien solo podían votar los hombres mayores de 25 años que pagasen impuestos por valor igual o superior a 25 Yenes, aproximadamente el 1% de la población). Existiendo una Cámara de los Pares (con una función ornamental y que representaba solo a los nobles de la nación – unas 500 personas en toda la nación.)
En 1885, se formó el primer gabinete de gobierno para gobernar en nombre del emperador y sometido a su veto.

Sobre la economía, se invitó a más de 3.000 técnicos y profesores extranjeros de todas las áreas para formar a los líderes de la nación en cualquier aspecto de la ciencia.
Empezando por la industria Textil, las manufacturas japonesas empezaron a competir con éxito en los mercados de Asia, libres de los monopolios coloniales Europeos, intercambiándolos por las materias primas que escaseaban en el Japón. Fomentando desde el trono y desde el gobierno la creación de grandes casas comerciales e industriales privadas.
Se creará una moneda, un banco central, unas leyes fiscales y económicas, únicas para toda la nación, al tiempo que se establecían bolsas de valores, y una red de comunicaciones. Estableciendo un moderno marco institucional propicio para una economía capitalista avanzada y completado en la década de 1890. (En ese momento, el gobierno en general, había renunciado a un control directo del proceso de modernización, principalmente por razones presupuestarias).
Los viejos nobles, desposeídos de sus señoríos pero debidamente indemnizados por los mismos, fueron invitados a invertir sus indemnizaciones en las nacientes industrias.
El gobierno fue inicialmente implicados en la modernización económica, proporcionando “fábricas modelo” para facilitar la transición a la época moderna. Después de los primeros veinte años de la era Meiji, la economía industrial se expandió rápidamente con aportaciones tecnología occidental y grandes inversiones privadas. Estimulada por las guerras y una planificación económica prudente, Japón emergió de la Primera Guerra Mundial como una gran nación industrial.
Como ejemplo de sus éxitos comparemos unas cifras:
En 1868 se producían 1.026 Tm. de Seda, de las que eran exportadas al extranjero 646. En 1914, producían 12.460 Tm, de las que se exportaban 9.462.
En 1875, se extrajeron 600.000 Tm de carbón. La cifra para 1913 era de 21’3 millones de Tm.
En 1873, se fabricaron 26 barcos a vapor, en 1913 más de 1.500 unidades.
El primer ferrocarril se construyó en 1872, con un tramo de 27 Km. en 1913, había más de 10.500 Km.
Con esta potente base económica y política, la nación Japonesa creará unas poderosas fuerzas armadas (un Ejército Imperial de inspiración Francesa primero y luego Prusiana y de una Armada Imperial creada a imagen y semejanza de la Británica).
Pronto y a imitación de las grandes potencias coloniales, Japón usará sus fuerzas armadas para expandir la influencia y la superficie del país anexionándose territorios a costa de sus vecinos y de otras potencias como Rusia, Alemania,...
En 1902 firmará la Alianza Anglo – Japonesa, para facilitar el acceso de la nación Nipona a la tecnología más moderna en todos los campos civiles y militares (y que usará para derrotar a Rusia). Por lo que entrará a su vez en guerra contra Alemania al estallar la I Guerra Mundial.

Durante la década de 1920, Japón avanzó hacia un sistema democrático de gobierno en un movimiento conocido como “Democratización bajo el emperador Taisho”.
Sin embargo, el gobierno parlamentario no estaba lo suficientemente arraigado para resistir las presiones económicas y militares de los años 1930 (Durante la depresión). El estado se volvió cada vez más militarizado, debido al aumento de competencias de los líderes militares (similar a lo que ocurría en otros países de Europa, en la época previa a la Segunda Guerra Mundial).
Estos cambios del poder fueron posibles gracias a la ambigüedad y la imprecisión de la Constitución de Meiji, en particular, a la disposición por la cual el poder legislativo era responsable ante el emperador y no ante el pueblo.
El Kodoha, una facción militarista, intento de golpe de estado, que fue aplastado transcurridos de tres días por el emperador Showa.
Los partidos políticos fue objeto cada vez más críticas. Porque se les creía responsables de las divisiones de la nación y de promover el interés propio en contra de la necesaria unidad. Como resultado de ello, los principales partidos votaron a favor de disolverse y fueron absorbidos por un partido único: la Asociación Imperial de Asistencia al Soberano (IRAA), que también absorbió muchas organizaciones de las diferentes prefecturas; como los clubes de mujeres y las asociaciones de vecinos.
Sin embargo, esta organización paraguas no tenía un programa político coherente y la lucha de sus diferentes facciones persistieron a lo largo de su existencia, es decir, el Japón no llegó del todo a convertirse en un estado totalitario. El IRAA fue comparado por muchos observadores como una esponja, en el sentido de que podría empaparlo todo, pero luego había poco que hacer con él después de recoger toda la suciedad.
Su creación fue precipitada por una serie de crisis internas, incluida la Gran Depresión de la década de 1930 y las acciones de los extremistas. Con lo que el camino a la II Guerra Mundial y al desastre empezaba a abrirse.

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