domingo, 16 de noviembre de 2008

La Guerra que perdió Europa

LA GUERRA QUE PERDIO EUROPA
A un siglo (casi) del final de esta guerra, sigue presente una cuestión que sigue atormentando a Europa ¿para qué sirvió esta guerra? Es obvio que desde un punto de vista moral todas las guerras son inútiles, pero como todos sabemos las guerras no persiguen la moral sino unos objetivos más pragmáticos e inconfesables, aunque raramente no confesados.
Pero incluso desde la perspectiva del más cínico pragmatismo ninguno de los participantes de esta guerra consiguió lo que buscaba o si consiguió algo, el precio humano y económico de este conflicto convirtieron esas ganancias en escasas y ridículas. Así pues desde un punto de vista estrictamente europeo esta guerra fue un desastre, incluso para los vencedores y para los neutrales.
Es obvio que esta contundente afirmación merece ser explicada:
España fue neutral en esta guerra, y persiste el mito de que la nación se benefició de manera extraordinaria gracias a este conflicto; pero un simple vistazo a la prensa española de ese momento nos saca de este error; la realidad es que pocas personalidades se beneficiaron de el conflicto. Como siempre los escasos industriales de la nación consiguieron jugosos contratos que fueron canalizados por la banca privada y pública, dando lugar a las legendarias reservas de oro del Banco de España.
Por otra parte esta guerra también benefició a uno de los tradicionales negocios españoles: la producción de alimentos: todos los excedentes pudieron ser colocados a los aliados; pero por desgracia la avaricia rompió el saco. Al calor de los pedidos realizados por los aliados, la escasa industria nacional impuso a sus trabajadores unos turnos abusivos, unas jornadas laborales desproporcionadas sin mejoras en las condiciones de trabajo y por supuesto sin aumentar los paupérrimos sueldos. Por si fuera poco los mercados nacionales se encontraban desabastecidos debido a que los productores nacionales preferían vender la comida a los aliados (a un precio muy superior del de antes de la guerra) en lugar de colocar la producción en los mercados locales. La consecuencia de esta situación fue que el precio de todos los alimentos subió de manera exponencial, mientras que los sueldos quedaron congelados y las condiciones laborales empeoraron, como no podía ser de otra forma se produjeron disturbios y problemas sociales, especialmente en 1917.
Como podemos ver los problemas sociales y económicos creados a consecuencia de esta guerra influyeron en el agravamiento de la restauración borbónica y provocaron el advenimiento de la dictadura de Primo de Rivera, la llegada de la República y la posterior guerra civil; o dicho de otro modo, contrariamente al mito popular, esta guerra no trajo beneficios para el país.
Quedaba el oro del Banco de España (al que se llegaría a conocer como el oro de Moscú), pero antes de la guerra civil ese oro ya se dilapidó en buena parte; la interminable guerra de Marruecos, la poco acertada política económica de Primo de Rivera y de su ministro de economía Calvo Sotelo, junto a las crisis económicas producidas durante la República fueron socavando las reservas áureas antes de la guerra.
Otras naciones neutrales padecieron circunstancias parecidas; por ejemplo Estados Unidos y su crisis de 1929, que se debió en buena medida a la recuperación de las naciones acreedoras, las cuales pudieron reconvertir su industria y ya no necesitaron importar manufacturas americanas y japonesas, lo que se tradujo en sendas crisis que desembocaron en el crack de 1929 en un caso y en el imperialismo militarista en el otro.
Ahora veamos las circunstancias de las naciones vencedoras de esta guerra.
Francia y Gran Bretaña fueron las más beneficiadas (teóricamente) por la victoria, pero en qué se tradujo esto.
Respecto a la cuestión colonial, estas naciones se repartieron la totalidad de los imperios alemán y turco, que en realidad poco pudieron aportar a la economía de aquellas naciones estos territorios, antes bien, estas colonias estaban despobladas, sin riquezas naturales particularmente apetecibles y más necesitadas de inversiones que de cambios de dueños. Gran Bretaña se quedó con Palestina y con este pequeño territorio se creó el gran problema de la cuestión judía y sionista; junto a los problemas creados en Palestina, Gran Bretaña tuvo que hacer frente a la guerra de independencia irlandesa que culminó con la independencia de esta pequeña nación.
La independencia de Irlanda significó mucho más que un simple cambio en el mapa, realmente se lanzó un mensaje muy claro a todas las naciones sojuzgadas por Europa: la Gran Guerra había desfondado a las diferentes metrópolis y la hora de la independencia había llegado; un joven camarero vietnamita, llamado Nguyen Ai Quoc percibió esta realidad e intentó hacer llegar su particular punto de vista al presidente Wilson, pero esa es otra historia.
Por lo demás Francia y Bélgica se lanzaron a exigir brutales compensaciones económicas y territoriales a Alemania. Mucho se ha hablado de estas compensaciones y de su desmesura y no es la intención del autor entrar a este trapo, solo diré que estas compensaciones, junto con las ánsias revanchistas, tenían también una lógica económica: intentar pagar los créditos de guerra a Estados Unidos, Japón, España y demás naciones neutrales. Se arruinó a una nación para compensar la ruina de esta guerra.
¿Y los otros vencedores?
Bélgica y Portugal aspiraban a compensaciones en África que quedaron en nada (salvo los pequeños y simbólicos países de Rwanda y Burundi que pasaron a manos belgas). La sensación de esfuerzo inútil de muertes inútiles y gastos inútiles trajeron para Portugal una gran agitación política que acabó con la república liberal portuguesa, la cual involucionó en la forma de “Estado novo” con el doctor Salazar como dictador perpetuo que convirtió a la nación soñada por Luis Vaz de Camoes en la nación de las tres efes: fado, Fátima y fútbol.
Italia siguió un camino muy parecido al de Portugal: la decepción surgida por las escasas compensaciones territoriales arrancadas al imperio de los Habsburgo ni compensaron las muertes de esta guerra, ni sus gastos, ni solventaron los enormes problemas económicos y sociales que la joven nación arrastraba desde su fundación; y al igual que en Portugal, de este descontento surgió un dictador reaccionario: Mussolini.
Sobran los comentarios.
Rusia se transformó en la URSS no sin antes padecer una brutal guerra civil y hambrunas que se prolongarían hasta los años 20, los felices años 20.
¿Y Alemania?
Con la desaparición de el imperio Austro Húngaro y del desmembramiento de el imperio turco, Alemania se presentaba como única nación incólume de los imperios centrales y por tanto cargó con todo el peso de ser el perdedor de la peor guerra de la historia europea: su territorio fue parcialmente entregado a los vencedores, sus colonias en ultramar fueron repartidas (esta fue la menos lesiva de las condiciones del armisticio) y se la condenó a pagar unas multas desproporcionadas en función de su riqueza, pero algunas de las naciones aliadas, añadieron la humillación a la derrota y exigieron la ocupación del Sarre como garantía de las compensaciones de guerra.
Realmente llama la atención que todavía haya gente que se sorprenda por la aparición de Hitler y el nazismo; como hemos visto antes, Alemania no fue una excepción propiamente dicha, tras esta guerra la política involucionó hacia formas extremistas (fascismo, comunismo, salazarismo, franquismo,... ) y en el caso alemán, si bien presenta características propias, no parece particularmente excepcional en el contexto europeo: la democracia de Weimar degeneró en un régimen populista, demagogo y reaccionario.
Otro punto que me llama la atención con respecto a Hitler es que parece que la gente no se ha leído el tratado de Versalles ¿qué ideales de libertad, progreso y democracia podían salir de semejante infamia? Desde luego los alemanes fueron culpables de elegir al repugnante ser como guía de sus destinos, pero el resto de naciones europeas y especialmente los vencedores de esta guerra deberían haber previsto las consecuencias de sus venganzas.
Respecto a la constelación de pequeños estados surgidos del imperio Austriaco y de la autocracia zarista, solo decir que se consolidaron tras pequeñas y no tan pequeñas guerras, que casi todos ellos se convertirían en dictaduras de distinto signo y si presentaban alguna característica común era su acentuado nacionalismo y la pobreza que padecían.
¿Qué conclusión podemos sacar?
Toda Europa perdió en esta guerra, los de un bando, los de otro y los neutrales.
En 1914 los europeos controlaban casi todo el mundo, Europa era el referente de la riqueza, el poder, el progreso social y humano, la cuna de las ideas que habían condicionado la formación del mundo moderno (liberalismo, democracia, imperialismo, estado del bienestar, industria, banca,...), incluso el referente en moda y música.
En 1918 todo el continente estaba arruinado y endeudado, con el centro del mundo instalándose al otro lado del Atlántico y mientras los ideales de progreso se irradiaban desde Estados Unidos, las naciones europeas (antiguas y nuevas) caían en penosas dictaduras. Un ejemplo de los retrasadas que estaban estas sociedades eran los ideales que éstas dictaduras proponían; básicamente pedían territorios (imperios, colonias) en un momento en que las colonias se estaban librando del yugo europeo y proponían la autarquía agrícola y ganadera cuando solo faltaban unas décadas para que los gobiernos europeos pagasen a sus campesinos para que no produjesen en exceso. Si hay alguna excepción a este paisaje desolador era Checoslovaquia, un país democrático y próspero, una isla de progreso y libertad en medio del desolador paisaje que se estaba gestando en el corazón de Europa; al final el soldado Schwejk triunfó donde emperadores, reyes y generales fracasaron, una ironía en medio de las masacres pasadas y las que se avecinaban.

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