miércoles, 18 de febrero de 2009

A modo de Introducción (1): Italia

A la hora de tratar el teatro del Mediterráneo en este conflicto y en especial el frente naval del Adriático, debemos tratar con las dos grandes potencias regionales de la zona, el Imperio Austro – Húngaro y el Reino de Italia.

Aunque las dos grandes superpotencias, Francia y Gran Bretaña, disponían de flotas y escuadras en este océano encerrado, sus ambiciones no iban más allá de asegurar las rutas marítimas hacia sus colonias, mientras que la expansión se la dejaban a las potencias regionales y a las ambiciones de Rusia, Rumania y Bulgaria por controlar el Mar Negro ó a las ambiciones de Grecia y Turquía por controlar el Bósforo.

1. Evolución histórica de dos monarquías:

Tanto la corona dual de Austria – Hungría, como la corona unificada de Italia, eran naciones modernas nacidas de la unión – anexión de pequeños y muy antiguos estados principescos.

1.1. El caso de Italia.

Las guerras de unificación entre los años 1848 hasta 1870. Dejan bajo los designios del monarca de Saboya y Cerdeña Víctor Manuel II un territorio que comprende la totalidad de la península Itálica, más los Alpes Italianos.
Se trata de un territorio dividido no por lo étnico (todos los pueblos hablan Italiano con diferentes acentos y practican la religión católica) sino por el grado de desarrollo de los diferentes principados: Un norte industrializado, especialmente la parte occidental, junto con un sur agrario y subdesarrollado.

La economía Italiana, está basada en la exportación de cereal y cítricos del sur al norte, al tiempo que la industria y la banca del norte tiene un mercado cautivo para sus productos en toda la mitad sur de la península.
Sin embargo, desde 1850, el sur no puede absorber toda la producción del norte por lo que este tiene que buscar nuevos mercados en el extranjero.
Además, la paulatina ruina de las clases medias del sur y la decadencia del campo del norte, ante la avalancha de trigo, vino y frutas baratas llegadas del sur expulsan a miles de campesinos arruinados a la emigración hacia América (desde Estados Unidos a Argentina pasando por Brasil y Uruguay) que se unen a grandes masas de emigrantes (además de Marco, de Los Apeninos a los Andes) desposeídos del antiguo reino de las dos Sicilias, quienes han visto sus comercios arruinados por la decisión del gobierno instalado en Roma (desplazando del mismo al Papa) de orientar el comercio hacia el norte.

Desde la creación, en 1861 de un estado unificado e independiente (al que se les acabará por anexionar en 1866 la Venecia arrancada a los Austríacos en la guerra Austro – Prusiana, en pago a su alianza con Prusia. Y en 1870 los dominios de San Pedro conquistado a su vez a los Franceses, encerrándose desde entonces y hasta 1929 todos los Papas en el Palacio del Vaticano). La monarquía trata de drenar el flujo de emigrantes, mediante dos medidas.

La primera es desarrollar una industria siderúrgica y naval potente, junto con el tendido de ferrocarriles para dar empleo a los campesinos parados (por lo menos en el norte); al tiempo que se realizan fuertes inversiones en educación (las tasas de analfabetismo rondaban el 70%) creando la primera red nacional de escuelas públicas (de las que se beneficiarían entre otros alumnos Pinocho y los estudiantes de Cuore [la novela, no la revista]). Junto con medidas contra la malaria (endémica en las regiones del centro y sur por la existencia de amplias zonas anegadas por marismas. Las cuales al ser desecadas crean excelentes tierras de cultivo) Y el cólera (que exige el primer plan nacional de canalización de aguas y eliminación de vertidos).

La segunda medida, va a ser el inicio de una política colonial entre 1885 y 1936; anexionándose cuantos países no colonizados anteriormente queden al alcance de sus barcos.
Esta política, creará más problemas que los que inicialmente pretendía resolver, puesto que los territorios conquistados son una fuente inagotable de gastos de manutención, al tiempo que no aportan nada a la metrópoli.
La obtención de Libia, Las Islas del Dodecaneso – Rodas y la Somalia Italiana, requerirán de una guerra contra Turquía. Además de tener que sofocar varias revueltas nativas (en especial la de Omar Muzcá en Libia, que no se solucionará hasta el año 1931).
Las aspiraciones en el Adriático y los Balcanes - Albania se ven enfrentadas con las del Imperio Austro – Húngaro y del resto de las potencias Balcánicas incluida Grecia.
La primera aventura en Etiopía acabará con un sonoro fracaso en Adua en 1896. Que pondrá fin (hasta la llegada de Mussollinni) a la expansión en África. Pasando a centrarse en exclusiva en arrebatar a Austria su poderío en los Balcanes.

En lo social, la nación se encuentra polarizada entre unas clases altas formadas por terratenientes, burgueses y altos funcionarios (cuyos hijos segundones forman la mayoría de la oficialidad y altos cargos de la iglesia católica) y unas clases bajas formadas por obreros, aparceros y jornaleros (cuyos hijos son llamados a filas periódicamente para formar el ejército y la armada).

El sistema electoral por sufragio censitario (hasta 1913, solo los electores que pueden pagar impuestos tienen derecho a voto) más los casos claros de caciquismo (compra de votos) en todo el sur de Italia (llamado entonces y ahora mafia) impiden que los problemas y aspiraciones de las clases bajas lleguen a debatirse en los centros del poder.
Los desequilibrios en el gobierno, fruto de la alteración causada por el sistema caciquil – mafioso, producen una inestabilidad crónica a partir del año 1900. Que a su vez agrava la frágil economía nacional y deprecia la lira.

Para 1914, se concentran en las clases populares tres causas de protesta:

Escoramiento del gobierno a posiciones ideológicas ultra – nacionalistas, que se traduce en incremento del presupuesto de defensa y del tamaño de las fuerzas armadas (a costa de la educación, los salarios y los precios de los bienes de consumo).
2º Subida de impuestos y ampliación del servicio militar, que provocan huelgas e incautación ó sabotaje de bienes públicos (ferrocarriles, cortes de teléfono, quema de registros fiscales) promovidas por una coalición de republicanos – socialistas – anarquistas.
3º Actos violentos por enfrentamientos entre: militaristas ultra – nacionalistas y anti – militaristas de izquierda, obligan la intervención del Ejército Real.

Por lo que el estallido del conflicto mundial, se ve desde las altas instancias de Roma, como un mecanismo muy útil para desviar la atención pública de las dificultades cotidianas del nuevo estado.
¿Pero a que bando hay que unirse? Tanto los Imperios Centrales como los Aliados Occidentales son interesantes en algunos puntos y en otros son fuentes de disputas por asuntos territoriales – coloniales. Aunque los socialistas y los anarquistas son los más partidarios de la neutralidad. Los ultra - nacionalistas, capitaneados por un periodista furibundo llamado Benito Mussolinni, ven la primera oportunidad desde 1866 para unir al país entorno a su ejército.
Finalmente, los diplomáticos Italianos visitan las diferentes cancillerías Europeas ofreciendo la unión de Italia al esfuerzo militar del mejor postor. Y para 1915, en un tratado secreto, firmado en Londres, Italia entraría en guerra al lado de los aliados occidentales, a cambio de los territorios poblados por italiano – parlantes del Imperio Austro – Húngaro, incluidos los Balcanes. Más parte de las colonias Alemanas de África.

Curiosamente, el ex – primer ministro Giovanni Giolitti, predijo con gran enojo, que la entrada en esta guerra, junto con la irrupción en los Balcanes, provocarían grandes pérdidas e inestabilidad. Esto a su vez sería causa de alteraciones del orden público y motines que acabarían con el sistema liberal – democrático y con la propia monarquía liberal. Así como con el propio estado creado del resurgimiento.

Pero eso es otra historia.

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