lunes, 3 de mayo de 2010

La guerra por Cuba y Filipinas (II)

LA DIPLOMACIA, la SITUACIÓN POLÍTICA y la desastrosa INTERVENCIÓN del KAISER GUILLERMO II:

En general, las causas de la derrota de esta guerra hay que buscarlas tanto en ambientes políticos como en los militares.
Durante más de 100 años se ha defendido la idea de una flota norteamericana muy superior y muy bien armada contra un ejército en barcos de madera. (Aunque es una excusa militar de dudosa aceptación, lo cierto es que ni eran tan superiores, ni su ejército estaba tan bien preparado).
Pero desde el punto de vista Español, si algo motivo nuestra derrota, fue sin duda alguna la auto – complacencia del régimen de la restauración.
El no pasa nada era la norma, el mal estado y la mala administración de las colonias no significaban nada, la falta de mantenimiento de la flota y la poca capacidad profesional de los mandos del ejército tampoco.

Partiendo de todo esto, podemos entender nuestra situación diplomática:

a)A pesar de mantener unas relaciones cordiales con la mayoría de potencias del mundo, nuestra política de aislamiento auto – impuesto, nos impedía tener aliados poderosos con los que oponernos efectivamente a las intenciones de otras potencias. (Como en el caso de Alemania en las Carolinas).
b)Nuestras relaciones con Estados Unidos, eran las normales para la época. En general y salvo algunos intereses particulares, el gobierno norteamericano no veía en qué beneficiaba brindar apoyo a los independentistas Cubanos o Filipinos (Cosa que en España tendemos a olvidar, a pesar de las intervenciones judiciales de cargamentos de armas ilegales).
c)La manifestación más visible de nuestros fracasos diplomáticos era las diferencias de opinión sobre qué potencia nos convenía más como aliado. (Generalmente los conservadores y monárquicos cristinos apoyaban la opción Inglesa. Los liberales y los en secreto republicanos la opción Francesa. Mientras los no tan en secretos carlistas mostraban sus simpatías hacia Alemania).

De la situación interna de España, tampoco era una situación optima, aunque comparativamente con la siguiente guerra en África, socialmente las cosas no eran tan complicadas.
En primer lugar, nuestra economía era mucho más boyante gracias a las exportaciones a las colonias y a la venta de materias primas (tanto peninsulares como de las colonias – los famosos ultramarinos.)
A la muerte del rey Alfonso XII, se supone que reinaba su hijo Alfonso XIII (nacido pocos meses después del fallecimiento). Pero debido a su corta edad, ejercía la regencia su madre y viuda María Cristina de Habsburgo. (Una firme partidaria de los intereses Austro – Húngaros y Alemanes, en ocasiones en contra de los propios Españoles).
El sistema de gobierno caciquil – pucheril – bipartito, establecía un turno de gobierno de dos grandes partidos, el liberal y el conservador sin que ninguno se molestase lo más mínimo en resolver las necesidades del país más allá de los intereses de una oligarquía formada por terratenientes, industriales, militares y eclesiásticos.
En contra de lo que suele pensarse, las guerras no eran percibidas por la sociedad en general como algo negativo y las llamadas a filas eran contestadas con resignación más que con oposición activa (Si, es cierto existía la injusta redención por dinero y las condiciones en cuarteles y campaña eran duras. Pero a diferencia de lo que sucedería en África, los soldados disponían de su equipamiento completo, la munición era abundante y los rifles – mosquetón máuser eran modernos).
Las guerras eran sucias y llena de incomodidades, pero las enormes carencias materiales y organizativas del enemigo hacía que fuera soportable (las bajas fueron fundamentalmente por enfermedad – el dengue y la malaria. Pero por acción enemiga pocas).
Otro elemento que contribuía a mantener una buena posición lo suficientemente sólida era la existencia de una buena red de inteligencia en los mismos Estados Unidos. Desde 1895, nuestro agregado naval había reunido una cuidadosa información sobre la flota Estadounidense, sus bases y las defensas de estas.
Una segunda red se estableció en Canadá, previniendo el peligro que la primera fuese desmantelada en caso de conflicto. Para vigilar los movimientos de los diferentes insurrectos, se contrató a los detectives de la agencia Pinkerton. (Quienes lograron poca información valiosa, pero lograron descubrir los envíos de armas y a su vez informaron a las autoridades de los mismos, procediendo estas a su intercepción).

Nuestro gran desastre comenzó a fraguarse en dos actuaciones bien diferentes:

a)Nuestra negación de la realidad, tan pronto otras potencias empezaron a interesarse por nuestro imperio colonial.
b)El asunto de la prensa y Randolf Hearst.

Para lo primero, debemos recordar que en Estados Unidos, diversas administraciones presidenciales habían propuesto la compra de la isla de Cuba (si bien el Senado vetó los fondos y el gobierno Español oficialmente nunca consideró tal eventualidad). Respecto a las Filipinas, los Japoneses, los Alemanes, los Británicos (para que no se las quedaran los Alemanes), los Franceses, los Italianos y los Norteamericanos habían mostrado un moderado interés en su adquisición. (Sobre todo los Alemanes, aunque de nuevo y oficialmente el gobierno Español nunca consideró su venta).
Solo después del incidente de las Carolinas, España comenzó algo parecido a un programa naval a largo plazo (el famoso plan Antequera, que se tradujo en el acorazado Pelayo), que de todas formas se desinflo a los dos años de haberse puesto en práctica.

Respecto a la famosa y furibunda prensa amarilla, las campañas que los señores Pulitzer y Hearst lanzaron sus campañas de calumnias y exageraciones tanto contra España como entre ellos mismos. (De todas formas el papel de ambos periódicos ha sido sobre valorado, sus periódicos eran muy leídos básicamente por los estratos más bajos de la sociedad americana, las clases más cultas leían otras publicaciones de tono mucho más elevado. Por lo que la influencia real debería ser revisada.
Hoy en día se piensa que la campaña de Hearst estuvo mucho más motiva para incrementar las ventas que por un súbito interés en la suerte de ambos territorios insulares.)
En general, la prensa Española fue igualmente irresponsable a la hora de exagerar nuestras capacidades, minusvalorar el potencial enemigo y animar al gobierno a la loca aventura. (Cosa que en España se suele olvidar, para lo que recomiendo consultar los artículos del ABC de la época).

Finalmente debemos tener en cuenta, por lo menos desde la óptica Española el irreflexivo seguidismo a la política internacional del Káiser Guillermo II. Lo cierto es que auto aislados de Francia y Gran Bretaña y con una reina pro – Teutona, España siguió los consejos de este personaje: No negociar. No salir sin lucha. Resistir cualquier presión extranjera (incluido los bienintencionados diplomáticos Europeos, que recomendaban agachar la cabeza negociar una venta de Filipinas y negociar una independencia con los insurrectos Cubanos, antes que los Estados Unidos se instalen en la misma). Con el lamentable resultado que todos conocemos. (Si bien lo que pensaba el káiser en el fondo, era obligar a España a entrar en su órbita y quizás con el tiempo adquirir las islas Filipinas).

Visto este aspecto, debemos también entender los puntos de vista norteamericanos, para hacer un análisis objetivo:

+ Lo primero que debemos descartar es la “teoría conspiración”; Ya hemos mencionado el valor real de lo vomitado por la prensa sensacionalista y sobre la “voladura del USS Maine”. Por lo que también debemos descartar que la guerra empezara cuando explotó el USS Maine. La guerra estalló cuando los norteamericanos empezaron a manifestarse opuestos a la presencia Española y las autoridades Españolas, lejos de buscar el apaciguamiento o dejar que el tiempo curase las heridas se mostraron igualmente desafiantes y belicosas. Lo que no quiere decir que no hubiese una serie de acicates que impulsase a Estados Unidos y sus instituciones a declarar la guerra.
+ El primer “catalizador” de esta guerra fue sin duda las duras medidas tomadas contra la población civil cubana (medidas que más tarde emplearían otras potencias en sus respectivos imperios coloniales). Cuyo eco internacional, ningún gobierno Español se molestó en censurar o por lo menos ocultar.
+ El segundo “catalizador” era la propia expansión norteamericana en todos los sentidos, desde la guerra civil (su industria producía cada vez más y requería nuevos mercados, su armada era cada vez más grande y más capaz de enfrentarse a las hegemónicas marinas Europeas, sus hombres de ciencia ganaban prestigio internacional, al tiempo que iban monopolizando cada vez más áreas del saber técnico – científico, ...)
+ El tercer “catalizador” era el imperialismo que de una forma u otra todas las naciones desarrolladas del mundo aplicaban o trataban de aplicar al resto de naciones del mundo. Muchos de los oligarcas norteamericanos hablaban de crear un imperio colonial Usa (imperio que era rechazado, tanto por la opinión pública como por sus políticos). Y aunque nunca llegaron a crearlo, desde luego nuca hubo un África USA (salvo Liberia, que además era un estado independiente) o una India USA, nunca faltaron soñadores.
+ Desde luego, aunque todo el mundo hablaba de Cuba, lo que de verdad interesaba a Estados Unidos era las Islas Filipinas (todo el mundo consideraba que Cuba, al igual que el resto de naciones del continente Latino – Americano, era un estado por sí mismo. Sobre el que quizás se podría influir – intervenir. Pero no ocupar y dominar). Que:

1º - Estaban en el único Océano que Gran Bretaña no deseaba ocupar.
2º - Estaban disponibles o casi disponibles.
3º - Ante el desastroso estado de la flota Española, eran un objetivo fácil (+/-).

+ Lo que más tarde se denominaría “la pequeña pero espléndida guerra” era percibida como la medicina definitiva a las heridas creadas por la guerra civil de 1860. Y no faltaban quienes pensaban que una victoria “fácil” unificaría definitivamente a la nación entorno al ideal nacional Norteamericano.

En definitiva, en contra de lo que siempre se ha dicho, el presidente McKinley que como tantos otros presidentes llegaron a la Casa Blanca, cargados de promesas de un nuevo orden mundial más justo y de ensanchar los límites de la nación, no tenían un plan pre – escrito para entrar en guerra con España y ganarla. Simplemente fue un hombre excesivamente prudente (según sus admiradores) o indeciso (como le tachaban sus críticos), al que las situaciones le acabaron por sobrepasar y al que su belicoso y animado subsecretario de marina Theodore Roosebelt metió en camino del conflicto y del que no pudo o no supo salir hasta que fue tarde.

6 comentarios:

Boris dijo...

Hola, según el anterior artículo si no he entendido mal,fué España y no Gran Bretaña la que inventó los campos de concentración.

Schwejk dijo...

Hola boris, gracias por tu atención.

Efectivamente la primera nación en usar campos de concentración para aislar a la población civil de las guerrillas fué España. Apenas dos años más tarde (más o menos) los británicos usaron esta técnica en la guerra boer y en algunas de sus guerras coloniales a lo largo del siglo XX (como en Malaisia o Kenya).

Saludos

Boris dijo...

Vaya, me has dejado pasmado, para una cosa en que somos los primeros en la historia reciente, tenía que ser esta.
Por cierto, que yo no tengo nada que ver con el tema, jjejej, lo de somos, es una forma de hablar.

Un saludo

Schwejk dijo...

Bueno, reconozco que no es una cosa de la que se pueda presumir, pero la historia es así. Y si hemos donado al mundo el término "guerrilla", pues lógicamente deberíamos dar el término análogo.

Saludos

K.I.A. dijo...

Pues por lo visto estamos también con posibilidades de ser los primeros en arrojar armas químicas sobre población civil, como parece que hizo el ejército español en el Rif.

Schwejk dijo...

Bueno recordemos que al mismo tiempo que nosotros, los británicos e italianos también usaron armas químicas en sus respectivas guerras coloniales. Los italianos en Libia y los británicos en Iraq (ironías de la historia).