Transmisiones y Guerra electrónica: Era una especialidad de ingenieros, independizada y empleada en todas las armas. La gestión de la información en esta guerra fue en líneas generales un tanto caótica, puesto que la mayoría de los medios de transmisiones eran del siglo XIX.
En 1914 existía un sistema escalonado de transmisiones:
A nivel de Compañía / Escuadrón / Batería => Mensajero a pie. El “correo”. Eran varios soldados provistos de mochilas de cartero de cuero. Se distribuían a partes iguales (normalmente 2 y 2) entre el cuartel general de batallón y el puesto de mando del capitán. Este garabateaba unas líneas en un papel y se lo daba a su “correo”, quien corriendo iba hasta el puesto de mando del batallón. Ahí el oficial daba la respuesta con otro papel a otro correo de la misma compañía, quedándose el anterior hasta que fuese reclamado.
En los escuadrones de caballería iban montados en sendas monturas. En unidades ciclistas, en bicicletas y en unidades motorizadas en motocicletas. En los cuarteles generales de División y Frente había conductores en Automóviles y pilotos de avión, respectivamente, encargados de hacer los recados más importantes y secretos.
A nivel de batallón de infantería / regimiento de caballería / brigada de artillería => Señalero por banderines ó por postes móviles. Eran soldados a pie en las unidades de infantería y a caballo en las unidades de caballería ó artillería. Encargados de trasmitir mensajes agitando dos banderines, mientras que un asistente dictaba ó copiaba el mensaje, letra a letra. El receptor del mensaje en vez de banderines tenía unos prismáticos ó un telescopio para recibir la información visual.
De noche ó con mala visibilidad se usaban faroles ó antorchas.
Para puestos fijos a grandes distancias existía un semáforo formado por un poste articulado y manejado por contrapesos y cuerdas. De noche se encendían dos los dos faroles que llevaba adosados.
A nivel de brigada de infantería / brigada de caballería / Mando divisional de artillería => Se usaban los heliógrafos, que no eran mas que espejos montados sobre un caballete, para hacer señales luminosas, según el código morse. De noche el caballete tenía un pivote para adherir una vela ó un farol de petróleo.
En los niveles más altos de división, cuerpo de ejército y ejército, se consideraban mandos autónomos y sus comunicados con escalones más altos se hacían mediante telegrama y correo militar.
Los correos de compañía, además de llevar los despachos, eran responsables de la estafeta postal de la compañía (entregar ó recoger el correo postal de los soldados.)
Existían otros métodos de transmitir información. Los más comunes eran:
A nivel de batallón de infantería / regimiento de caballería / brigada de artillería => Los cohetes – bengala de colores. (Colores diferentes indicaban ataque enemigo, nos retiramos, avanzamos, mantenemos posición, solicito: refuerzos; apoyo artillero; apoyo aéreo, evacuación: médica; veterinaria, etc.) (y el número de cohetes lanzados en cada salva indicaba: infantería, caballería, artillería, armas químicas, urgencia, etc.)
A nivel de Compañía / Escuadrón / Batería => instrumentos de música: silbatos de suboficiales, redoble de tambor, toques del corneta ó gaitero. Que indicaban las maniobras básicas (saludo, presenten armas, abrir fuego, ejecutar una orden dada, de frente marchen, paso ligero, paso de carga, etc.) y tareas diarias (diana, fajina, rancho, oración, etc.)
Por último existía en el Estado mayor imperial un departamento de columbofilia militar (palomas mensajeras) para comunicarse con los cuarteles generales de frente. Los despachos así enviados, no solían ser muy fiables (peligro de depredadores, cazadores, machos ó hembras en celo, interceptores enemigos, contaminación ó armas químicas. Podían retrasar, desviar ó matar al mensajero, pero a falta de mejores métodos para mensajes a largas distancias hubieron de padecer sus muchos inconvenientes).
Con la llegada de la guerra de trincheras, se desarrollaron una serie de inventos que en líneas generales no eran novedosos en la vida civil, pero sí en la vida militar:
El telégrafo por cable: Era uno de los elementos estratégicos más importantes del conflicto, que su vez desarrolló una de las primeras tecnologías de impresión de datos mediante teletipos en tiras de papel perforadas. En Gran Bretaña, existía desde 1880 una sección específica del arma de ingenieros.
Se desarrolló una guerra terrestre y naval para proteger los cables propios y para cortar los cables enemigos (Gran Bretaña dio por cortadas todos los cables submarinos alemanes el 4 de agosto de 1914).
Por ley, todos las compañías que disponían de tendidos de telégrafo debían poner en caso de guerra, sus instalaciones medios y operarios a disposición gubernamental.
Con motivo de la guerra se tendieron varios cables submarinos que comunicaban el cuartel general de Londres con los cuarteles generales aliados y con el cuartel general de los diversos frentes (El B.E.F.; Salónica, Palestina y Mesopotamia.) Así como en el frente occidental varios sistemas de cables telegráficos entre el cuartel general del B.E.F. y los cinco cuarteles generales de ejército.
Con diferencia, fueron los sistemas más fiables existentes para la transmisión de datos, pero requerían grandes instalaciones.
Teléfono de campaña: La llegada de la guerra de trincheras, fue una gran oportunidad para tender un sistema telefónico. Sin embargo, hubo de superar varias dificultades. La primera de todas fue la cantidad de aparatos receptores, siendo con diferencia el medio más demandado por los oficiales subalternos nada más tener un puesto de mando fijo.
A finales de 1918 había más teléfonos militares en el frente occidental que civiles en el resto del mundo, con lo que ello conllevaba, puesto que se necesitaban miles de kilómetros de hilos de cable telefónico de cobre, centenares de miles de postes y acometidas telefónicas, decenas de miles de centralitas y miles de operarios.
Era un medio muy demandado, por todos los jefes de compañía (Los Británicos) disponían de la mejor red y la más clara para las comunicaciones. Siendo el sistema más preciso de toda la guerra, aunque había dos escollos que no pudieron resolverse del todo. El primero era el riesgo de ruptura de los cables por bombarderos aéreos y artilleros, así como la acción de los elementos atmosféricos.
El segundo era la seguridad de las transmisiones, a diferencia de los mensajes escritos telegrafiados, no había un medio rápido para cifrar y descifrar la conversación oral y había cierto miedo que el enemigo interceptara las transmisiones. Para evitar esto último se solicitó la máxima discreción en la información y en especial prohibición a informar de planes ó acciones bélicas de batalla.
Telegrafía sin hilo: Antes de la guerra las estaciones de T.S.H. (Telegrafía Sin Hilos) eran grandes antenas que transmitían información en morse mediante impulsos eléctricos. La única utilidad que tenían la mayoría de las colonias Alemanas era la de mantener antenas repetidoras de telégrafo, ya que era de prever que en caso de guerra contra Gran Bretaña, perdería la totalidad de los cables submarinos de transmisión de datos. Por lo que la mejor y mayor red del mundo de T.S.H. era Alemana (de ahí su ofrecimiento a los aliados de limitar el conflicto en Europa y la negativa de Gran Bretaña a ello, precisamente para desmantelar a cañonazos dichas instalaciones.)
Hasta 1915, en Gran Bretaña solamente la Armada Real estaba interesada en T.S.H. mientras que para los civiles y para el ejército existían los sistemas por hilo. Sin embargo un oficial de los reales ingenieros, descubrió que un teléfono de hilo, que se había desmontado captaba y repetía a través de sus hilos pelados, los impulsos eléctricos transmitidos por una torre de T.S.H. cercana, el oficial que contemplo esto, pensó que se podía hacer dos cosas. Por un lado crear un sistema ó red para captar las transmisiones enemigas (apartado del que comentaré más adelante) y por otro simplificar los telégrafos hasta reducir su tamaño hasta ser elementos portátiles.
Para lo segundo se creó el llamado Fullerton ó Teléfono Fuller, que no era más que un transmisor – receptor de telégrafo portátil manejado por un solo operador y una dinamo manual para producir la corriente eléctrica, manejado por otro hombre. Al acabar la guerra, cada batallón de infantería y cada escuadrón de caballería disponía de al menos dos equipos.
A nivel de brigada y división había equipos mayores y de más capacidad, con tres hombres en un carro, aunque en Enero de 1918 se ordenó motorizar todos los equipos usando coches y camiones.
Radio militar: El invento ya existía antes de la guerra, y con la llegada de los vehículos a motor (cuyos motores podrían funcionar como generadores) se hicieron varios experimentos, especialmente por la aparición del tanque y del avión, pero la falta de tecnología hizo inviable su uso en masa.
La Primera Guerra electrónica: Codificación, Interceptación y Decepción. La aparición de las transmisiones a larga distancia implicaba el riesgo de ser escuchado por el enemigo y la oportunidad de escucharle.
En contra de la creencia popular; ninguno de los dos bandos logró descodificar completamente las transmisiones del otro ni proteger las propias. Pero en todo caso, la mera interpretación de la mayoría de las transmisiones no suponía necesariamente alcanzar la victoria.
I – Codificación: Todavía no existía ninguna máquina de cifrado y las codificaciones se basaban en libros de cables cambiantes según épocas del año ó bien según señales acordadas. Lo que nunca supuso una gran seguridad en sí. Algunos medios eran todavía más arcaicos. (Por ejemplo a principios de la guerra, el mando ruso mandó transmitir solamente de noche. En la creencia que los operadores alemanes estarían dormidos.) Al final el medio más seguro fue el mensajero y destruir los mensajes después de leer.
II – Interceptación: Alemania disponía desde antes de la guerra de uno de los primeros instrumentos de captación de transmisiones enemigas, basándose en amplificadores del ruido propagado por la señal eléctrica en morse. Pero tenían poco alcance y escasa utilidad. Gran Bretaña, después de observar el fenómeno del teléfono desmontado, construyó las primeras antenas basadas en bobinas inductoras magnéticas, lo que le permitió capturar multitud de mensajes enemigos, sin obtener mejores resultados.
III – Decepción: Una vez rotas las claves enemigas, el paso lógico siguiente es usarlas en contra del enemigo, a pesar de las novelas Británicas, no hay constancia que se lograran grandes éxitos al respecto. Se cree que un dirigible que partió con ayuda militar desde Alemania hacia Tanganica con ayuda militar para el ejercito de von Lettow – Vorbeck, se desvió hacia Turquía después de recibir un telegrama falso indicando que se habían rendido. Aunque el telegrama se atribuyó a la inteligencia Británica, nunca se pudo demostrar esto.
La mayoría de estas informaciones no han podido ser estudiadas del todo, ya que muchas siguen siendo clasificadas como secreto y otras se han perdido.
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