martes, 12 de mayo de 2009

La guerra de los cerdos

A pesar de que parezca lo contrario no voy a hablar sobre las condiciones higiénicas de las trincheras o de los burdeles cuarteleros tan necesarios en toda guerra que se precie.

La guerra de los cerdos fue un conflicto fronterizo entre Serbia y el imperio Austro-Húngaro, una guerra económica; y al mismo tiempo un peligroso aviso de en lo que podría degenerar un conflicto balcánico en virtud de la telaraña de alianzas y tratados secretos urdidos entre las diferentes potencias europeas y sus aliados menores.

Desgraciadamente nadie se tomó en serio este aviso.

Durante la mayor parte del siglo XIX y a comienzos del XX Serbia era una especie de “mercado protegido” de la monarquía dual; es decir los escasos productos industriales que precisaba la nación balcánica eran comprados a Austria y a cambio la práctica totalidad de las exportaciones de Serbia eran colocadas en el imperio danuviano.

¿En qué consistían esas exportaciones?

Lógicamente tratándose de una nación con una “economía emergente” (*) Serbia exportaba productos relacionados con la agricultura y la ganadería; y en el caso que nos ocupa, el principal elemento exportador era la carne de cerdo. Eso si, ambas naciones apenas se aplicaban aranceles aduaneros a sus respectivos productos.

(*) En terminología políticamente correcta del FMI, el BM, la ONU (y su vertiente dedicada a estos temas, la FAO) economía emergente es lo que en otros tiempos más felices y menos constreñidos por la hipocresía mediática se denominaban “países subdesarrollados”.

Como es lógico, esta situación beneficiaba principalmente a aquella nación que otorgase un mayor valor añadido a sus exportaciones y/o a aquel que consiguiese colocar un mayor volumen de productos en el mercado contrario, es decir, por un motivo u otro la gran beneficiada era Austria (por si quedaba alguna duda); pero para cambiar esta situación Serbia tendría que desarrollar más su economía y/o buscar nuevos mercados para sus productos.

De modo que en 1904 Serbia decidió buscar nuevos horizontes para sus productos y para sus compras; concretamente con Francia y Bulgaria.

Estos acuerdos cristalizaron en forma de un acuerdo comercial con Francia, a la que se compró una gran cantidad de municiones y otros pertrechos, y una especie de unión aduanera con Bulgaria (firmada en 1905); mientras tanto las importaciones procedentes del lado equivocado del Danuvio fueron cargadas con tasas e impuestos.
La reacción austriaca consistió en una guerra económica contra Serbia; en lugar de tomar medidas parecidas (es decir aumentar los impuestos a las exportaciones serbias) se optó por ir un paso más allá y declarar una guerra económica al prohibir la principal exportación de la nación balcánica: la carne de cerdo.

Llegados a este punto, hay que reconocer que aquí la nación más pequeña supo actuar de forma más inteligente al aprovechar esta situación para desarrollar un poco más su economía. Para empezar aprovechó la complicada situación internacional para obligar a Francia a realizar algunas inversiones en Serbia en forma de implantar una pequeña industria de empaquetado de alimentos que permitía exportar la carne de cerdo enlatada (Recordemos que Francia era pionera en la conservación de alimentos envasados gracias a los descubrimientos del señor Pasteur, entre otros).

Además Serbia golpeó donde más dolía al suscribir sendos acuerdos comerciales con el principal competidor de Austria en la zona: Alemania; como es lógico esto no gustó mucho en Francia, pero en ese momento a Francia le costaba mucho establecer alianzas estratégicas con otras naciones europeas, debido al complicado entramado de alianzas diseñado por Bismarck, que consiguió aislar momentáneamente a Francia. De modo que Francia miró a otro lado con tal de asegurarse un pequeño y pobre aliado, pero a la larga esta política se mostró acertada con la aparición de un tercer implicado.

La madre Rusia decidió implicarse en este conflicto apoyando incondicionalmente a sus “hermanos” serbios, en forma de financiación a la incipiente industria serbia, compra masiva de cerdo enlatado, presión militar y política contra Austria y lo que es más importante: un acercamiento a Francia que de facto dinamitó la vieja Europa bismarckiana.
Como consecuencia de la presión rusa, Alemania salió en ayuda de Austria y en 1909 lanzó un ultimátum exigiendo el final de la ayuda rusa a Serbia; finalmente esta situación se solventó con el final de la guerra económica austro-serbia a cambio de pacificar las intenciones rusas respecto a Austria.

A pesar de lo chusco de toda esta situación, la guerra de los cerdos tuvo importantes consecuencias.

La primera (y a mi modo de ver, la más importante) es que se demostró la explosiva situación de Europa al implicar en un incidente muy regional y económicamente despreciable a las principales potencias europeas.
La segunda es que la política de Bismarck tendente a aislar a Francia saltó por los aires.
Y la tercera es que no hemos aprendido nada.

Es decir si hay un claro ganador en esta guerra es Serbia, que consolidó su régimen y su economía, al tiempo que radicalizó sus posturas nacionalistas y expansionistas al saberse apoyada por grandes potencias. Dejando aparte las anécdotas porcinas, hay que reconocer que la economía serbia salió beneficiada de esta guerra económica al obligar a la nación balcánica a desarrollarse, a buscar nuevos clientes y proveedores, etc.
Durante este período (1904-1909) Serbia pasó de ser una nación deprimida, pobre y dependiente de Austria a ser un peón fundamental en el complicado tablero europeo, mientras que Austria perdió un cliente y se ganó un enemigo pequeño y dos muy poderosos, lo que la obligó a aceptar la alianza con Alemania.

La lección que deberíamos aprender, me parece, es que los embargos económicos (o guerras económicas) solo sirven para consolidar a los regímenes que se pretenden poner de rodillas, al tiempo que se les obliga a reforzarse y buscarse alianzas alternativas que pueden alterar el equilibrio internacional.
El caso de Cuba, Irán o Corea del Norte nos demuestran que en la actualidad los bloqueos económicos son igual de nefastos e inútiles; desgraciadamente seguimos sin aprender de nuestra propia historia.

Saludos

Referencias:
http://en.wikipedia.org/wiki/Pig_War_(Serbia)
http://www.worldwar1.com/tlpwars.htm

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