martes, 9 de noviembre de 2010

Asunto: El amor, el sexo y la prostitución durante la I guerra mundial.

Para afrontar este aspecto es necesario entender la moral sexual de la época y para ello es necesario comprender la moralidad imperante en las diversas sociedades de entonces.
A principios de siglo XX, el Imperio Británico de la Gran Bretaña es la potencia hegemónica en todo el mundo. Y al igual que en épocas pasadas y posteriores, de la misma forma que había impuesto al resto de naciones y colonias su orden mundial, económico y tecnológico. Había impuesto su orden moral, conocido popularmente como la “moral Victoriana”.
(Para entender este hecho, podemos poner un ejemplo moderno: la última superpotencia del mundo, los Estados Unidos de América, no solo han logrado imponer, en calidad de primera potencia, su hegemonía mundial en aspectos como la economía, la tecnología y los valores democráticos. Si no también sus valores culturales y morales. Lo cual explica el éxito global de sus productos comerciales culturales; desde las superproducciones de Hollywood hasta el éxito televisivo por excelencia “The Simpsons”).
A principios de siglo XX, la “moral Victoriana” se había extendido por todo el mundo y los valores culturales y sociales de la sociedad y el pueblo Británico se habían extendido con ella.
¿En que se basaban estos valores? Muy sencillo:
Socialmente se imponen los valores Cristianos – Reformados, por lo que la moral pública se articulará en torno a los mismos. La religión se infiltrará en todos los actos de la vida profesional, pública y privada. El victoriano afirma que el equilibrio social se mantiene exclusivamente a la estabilidad religiosa de la nación, mientras que la incredulidad solo genera desorden que pone en peligro la propiedad privada y por tanto la prosperidad de la nación.
Afectado por esta moral, el individuo debe ser conformista (Dios coloca a cada individuo donde Él tiene a bien); pero a diferencia del Catolicismo, el individuo debe ser optimista (la sociedad debe abrirse a aquellos cuyo éxito, basado en el esfuerzo individual, les permite ascender en la jerarquía social).
Si estos son los valores imperantes, los principios y normas sociales se deben regir por un estricto código moral, cuya máxima es el puritanismo. Se deben combatir el placer, los excesos, las pasiones (de cualquier tipo) y en general cualquier forma de debilitamiento del cuerpo.
Por ende la educación debe ser moral además de intelectual, se impone un modelo de escuela basado en la autoridad y en el castigo corporal contra cualquier transgresión a la misma.
Por ende el arte no debe ser más que una expresión decorativa y de recreo, siempre en segundo plano frente a elementos utilitaristas.
Por ende la familia debe ser entendida como una institución de culto, refugio de un mundo hostil. En ella se reproducirá a pequeña escala lo que ocurre en la sociedad a gran escala. Cada miembro de la misma tiene un papel determinado, el hombre sobre la mujer, el padre sobre el hijo y el hermano mayor sobre el menor.
Por ende, la mujer se ve realizada exclusivamente en el hogar y solamente en él puede tener algún papel. El hombre es el poseedor del capital (si es rico) o de la fuerza de trabajo (si es obrero), la esposa es la “sacerdotisa del hogar” que debe obedecer, servir y encargarse de las artes más delicadas dentro del hogar.
Y si estos son los principios en que se rigen las diferentes sociedades victorianas, la articulación de las mismas vendrán determinadas por el principio de jerarquía, privilegio y responsabilidad:
Jerarquía => los valores de la nueva clase social dominante, la burguesía, sustituyen a los de la antigua clase dominante, la aristocracia.
Desde la escala más básica hasta la más grande, la opinión del superior debe ser antepuesta a la propia del individuo.
La pertenencia a una u otra clase social viene determinada por la posesión de dinero – capital. La escala social tiene forma de pirámide, donde una minoría se asienta sobre una mayoría. Esta minoría es propietaria de los medios de producción y por ello está autorizada a explotar en diferente manera a sus subordinados.
(sin embargo, esta explotación viene contenida por dos hechos: uno es la existencia de un poder democrático, el voto de un hombre vale igual que el del otro, independientemente de las diferencias económicas existentes entre ambos. Otro es la concienciación, aparecen los sindicatos que defienden los intereses económicos de los no propietarios frente a los propietarios, los partidos políticos que expresen la voluntad de las clases sociales menos pudientes y la existencia de una escala social abierta para aquellos que en generaciones sucesivas puedan ir ascendiendo a través de ella).
El privilegio =>A medida que unas élites puedan acumular capital suficiente, podrán gozar de prebendas anteriormente solo disponibles para unos estratos sociales de corte aristocrático. Podrán poseer mansiones y contratar criados si pagan por ello. Abonando el precio correspondiente podrán sentarse en buenos palcos, acudir a buenos restaurantes, dormir en buenos hoteles. Etc.
Pagando por ello, podrán gozar de buena educación en universidades de élite y ocupar cargos de responsabilidad en el ejército, la marina, la administración, la diplomacia, etc.
Para las clases inferiores, quizás no puedan permitirse unos privilegios o una vida tan cómoda. Pero a diferencia de épocas anteriores podrán defenderse en los tribunales, podrán ser propietarios de sus hogares y sus personas, vidas y haciendas podrán ser defendidas de las arbitrariedades y caprichos de antaño.
La responsabilidad => A diferencia de la Aristocracia, la Burguesía piensa y siente que es responsabilidad suya el mantenimiento o modificación del orden existente. Por ello, unas veces más acertadamente que otras, tratará de mejorar las condiciones existentes de aquellos que se encuentran en desventaja social para poder hacerlas por sí mismos.
Esto se manifestará especialmente en la defensa a ultranza de las libertades de edición, prensa, expresión, reunión y publicación.
En resumen, la sociedad Británica primero y después influenciada por esta, al convertirse en la primera potencia mundial, está articulada en unos principios morales sólidos e inflexibles. Entre estos destacamos dos uno la jerarquía y sumisión por una parte y por otra la represión de los sentidos.
Visto ese resumen demasiado rápido e incompleto de la moral social. Podemos iniciar la comprensión de la moral sexual de la época.
Como hemos indicado anteriormente, diferentes clases sociales tienen papeles y derechos diferentes. Por ello en el sexo, los hombres y las mujeres también tienen tareas y derechos diferentes.
El hombre es el responsable de la toma de decisiones, debe reprimirse en la medida de lo posible y debe ser el cabeza de familia(con las obligaciones de responder de el buen nombre de la misma, guía espiritual y moral y del sustento de la misma).
La mujer se realiza exclusivamente dentro de los muros del hogar. Por ser el elemento frágil y débil debe ser protegida y estar sometida al hombre (en virtud de ser el dueño del capital o de la fuerza de trabajo). Ella es la “sacerdotisa del hogar” o el “ángel de la casa” siendo su responsabilidad el mantener este como contraposición a una sociedad calificada de brutal y por tanto refugio del hombre que se desenvuelve dentro de esa misma sociedad para traer el sustento a casa.
En el contesto de esta moral, la unión del hombre y de la mujer, tiene como único objetivo la fundación de un hogar o familia (institución que gozará de verdadero culto durante las décadas o siglos de moral Victoriana o Puritana o Burguesa). Quedando relegados al plano secundario cualquier otro aspecto como la pasión, la lujuria, la sexualidad e incluso la reproducción (Los hijos son un regalo de Dios).
En esta sociedad moralizada según los patrones y tabúes descritos anteriormente, al ser responsabilidad exclusiva del hombre la toma de decisiones y la supervivencia de la familia. Este debe gozar de algún privilegio que recompense este esfuerzo y este no es otro que el de poder gozar de sexo extra – marital o pre – matrimonial; si lo realiza con la debida precaución social (que no higiénica); puede recurrir al uso de profesionales del sexo si no lo divulga y solamente como medio de desahogar sus necesidades físicas de cara a asegurar el recto cumplimiento de los cánones morales.
Por su parte la mujer, al beneficiarse de la protección, dirección y mantenimiento del hombre, adquiere unas obligaciones para con la sociedad, con su marido y consigo mismas. Estas podemos enumerarlas:
1 – Respeto a la castidad del matrimonio = La “mujer social” no debe mantener sexo con otra persona más que con el hombre con el que se una (o la unan) en vínculo matrimonial.
2 – Dedicación exclusiva al matrimonio = La mujer no debe realizar ninguna otra profesión o tarea diferente a la de servir a la familia. Si está estudiando, debe abandonar los estudios, si trabaja debe renunciar al puesto de trabajo. Su vida social debe adaptarse a las necesidades familiares.
3 – Respeto del buen nombre de la familia = es responsabilidad de la mujer asegurar con su comportamiento público que la respetabilidad social de la familia está intacta ante los ojos de Dios y de la sociedad moral.
4 – El divorcio es un derecho legal, tanto para el hombre como para la mujer. Pero este es reprobado socialmente, por lo que son muy extraños los casos en que una mujer divorciada pueda volver a contraer matrimonio. Aunque esto no significa necesariamente su exclusión social.
5 – Matriarcado y Patriarcado. A pesar que la moral Victoriana nace en una sociedad Anglosajona de marcado carácter matriarcal (la mujer, dentro de casa es la que manda y la que decide en asuntos de familia). Esta se adapta sin problemas a otras sociedades de tendencias más patriarcales.
El resultado de todo esto es que el lenguaje, la moda, las costumbres, etc. se des – feminizan (sin que esto suponga que a su vez se masculinicen). Por ejemplo; las épocas más liberales del siglo XVIII (coincidiendo con las revoluciones Americana, Francesa e Industrial) son famosos los vestidos femeninos abiertos de generosos escotes o los calzones apretados en la vestimenta masculina, la literatura picante – pornográfica (como el Marques de Sade en Francés o Fanny Hill en Inglés), abundantes desnudos en obras de arte o motivos decorativos,...
Sin embargo, en esta época; aparece una moda victoriana tapando completamente tanto el cuerpo masculino como el femenino hasta cubrir las patas de las mesas, pianos y otros mobiliarios por tener connotaciones demasiado sugerentes. Aparece un lenguaje victoriano, para describir de forma imprecisa las partes consideradas más pudorosas del cuerpo humano o animal (miembros por piernas, etc.) así como una larga lista de términos, palabras, situaciones tabúes que deben ser evitadas a toda costa. Siendo el cuerpo femenino mucho más restringido (al menos en público) que el masculino.
Fruto de esta des – feminización de la sociedad, es el hecho que cada vez más profesiones (tanto de alta cómo de baja especialización) son prohibidas a las mujeres (no significa que antes del XIX hubiese mujeres médicos, marineros, empresarios, etc. Pero a partir de esta época una mujer de alta sociedad no puede ejercer otra actividad que la meramente artística si esta no está remunerada. Si es de clase media, solamente puede ser maestra mientras sea soltera y si es de clase social baja, fuera del cerrado mundo de las criadas; siempre que sea soltera; o del trabajo sin especializar en la industria ligera o textil puede ejercer alguna actividad remunerada). Por ello cuando una chica joven se queda huérfana o una madre se queda viuda o se divorcia, lo pasa francamente mal para poder subsistir. Siendo la prostitución en muchos casos la única forma que tendrá para poder subsistir (al precio de ser considerada una paria social).
(Aunque apenas hay estudios de la época que se centren en estos temas, pero la abundante literatura erótica de la época, el sensacionalismo de los crímenes de Jack el Destripador y los proyectos reformismas y de mejora social llevados al parlamento a partir de la década de los años 80 del siglo XIX nos hablan de una gran problemática social referente a la prostitución y en especial a la prostitución infantil, tanto masculina como femenina).
El último punto a tratar sobre la moral sexual de la época, lo tenemos en el asunto de la prostitución; en la que por un lado tenemos una moral que se muestra indulgente con el hombre que recurre a ellas si lo hace de forma discreta y que se muestra cada vez más inflexible con la mujer que no dispone de un medio de vida propio. Por lo que decenas de hombres y mujeres se darán cita en oscuros callejones y casas de mala reputación intercambiando dinero por sexo. Las consecuencias negativas de estos intercambios serán ejércitos de niños huérfanos o sin hogar inundando las calles (recordemos las novelas de Charles Dickens) y la expansión de la Sífilis que en esta época alcanzó cotas de pandemia mundial (Tampoco hay datos claros, aunque si nombres ilustres de sus víctimas, como el coronel Reld, el capitán general Primo de Rivera, el mayor Mac Leod... o supuestos como el rey Alfonso XII o el Duque de Clarence Alberto Víctor nieto de la reina Victoria I de Inglaterra).

PROBLEMA: ¿Cómo puede el autor demostrar estas circunstancias y actitudes morales con los estudios escasos, dispersos o inexistentes de la época? RESPUESTA: No puede, pero si puede dar encontrar un claro ejemplo: El hundimiento del R.M.S. Titanic en 1912.
Aunque solo sea por la película de James Cameron, más o menos todo el mundo conoce la historia del barco hundido en la noche del 14 al 15 de Abril de 1912, a las 23’40 horas por colisión con un iceberg. Como también se conoce la alta mortalidad producida por las frías aguas y la falta de botes para evacuar a todo el pasaje y tripulación (falta que de todas formas era completamente legal en la época).
Lo que pocas fuentes suelen tratar es el hecho que de un total de 2.223 almas a bordo (899 ó 913 tripulantes, las fuentes varían, y 1.330 pasajeros. Divididos en 329 de 1ª clase, 285 de 2ª y 710 de 3ª) las estadísticas de salvamento fueron: el 69% del pasaje de 1ª clase, el 42% del de 2ª y el 25% el de 3ª, más un 24% de la tripulación.
Ó también visto por sexos y edades: La supervivencia de los hombres fue del 33% de 1ª, 8% de 2ª y 16% de 3ª. La de las mujeres fue: 97% de 1ª, 87% de 2ª y 46% de 3ª. Finalmente la de los niños de ambos sexos fue: 86% (solo una víctima del total) de 1ª, 100% de 2ª y 34% de 3ª.
¿Cómo explicamos esta disparidad estadística? Sencillamente porque en el momento de hundirse y organizar la evacuación con los precarios medios existentes, la gente (o mejor dicho su sociedad) actuó (salvo contadas excepciones) como era de esperar. Por un lado se antepuso la seguridad física de los más débiles por encima de los más fuertes (por eso los elevados índices de supervivencia de mujeres y niños frente al de hombres). Pero por otro lado se antepuso la seguridad de los más pudientes sobre la de los menos pudientes. (Que se manifiesta claramente en los elevados índices en todas las categorías de supervivencia del pasaje de 1ª y 2ª clase frente al de 3º).
Resumiendo, la mayoría de los hombres se sacrificaron por las mujeres y niños (salvo deshonrosas excepciones) pero también los miembros de clases inferiores debieron sacrificarse por los de clases superiores (salvo honrosas excepciones, como el único matrimonio de Españoles de 1ª clase, donde el marido se sacrificó y cedió su plaza en el bote salvavidas a la criada de su mujer. Siendo este el único Español que pereció a bordo del Titanic).
Y fue esta sociedad paternalista y clasista la que entró en combate en la I Guerra Mundial.

El amor y el sexo en la I guerra mundial:

Obviamente al ser llamados a filas, los hombres saludables debieron dejar atrás a sus esposas, novias, prometidas y amigas de diverso grado de permisividad. Los ejércitos de todos los contendientes eran fundamentalmente masculinos (de hecho eran en 1914 completamente masculinos y solo a partir de 1915 – 1916 se les permitió el servicio de uniforme en muy determinados departamentos).
Al acabar el conflicto en 1918, las únicas mujeres sometidas a la disciplina militar eran las enfermeras, el personal administrativo de determinados cuarteles generales y algún servicio similar muy en la retaguardia.
¿Cómo se mantuvo el contacto con el sexo opuesto? En general hubo que recurrir al correo postal. Las parejas de enamorados o los cónyuges se intercambiaban largas cartas dando las novedades. Pero debido a la existencia de la omnipotente censura, las muestras de afecto más intensas debieron dejarse para el permiso o desarrollar un lenguaje más o menos secreto, lleno de modismos y giros verbales para burlar la censura y hacer llegar a las respectivas parejas sus muestras efusivas de afecto.
(Posiblemente este sea una de las principales razones por las que el correo postal era tan importante para mantener alta la moral).
Las familias o personas más pudientes, podían hacer uso del telégrafo para acortar el tiempo para hacer llegar los mensajes. Pero debido a lo breve del espacio y al elevado precio, era un método mucho más exclusivo.
A falta de mujeres “formales” los soldados y los mandos debieron hacer uso de otros elementos más “rotatorios” (léase prostitutas), así como otros sistemas para mantener la cordura en un tiempo de locos.

La prostitución en la gran guerra:

Desde siempre donde ha habido conventos, colegios mayores y cuarteles han habido en las cercanías prostíbulos.
Las razones para que las mujeres se volvieran prostitutas creo que ya las he explicado anteriormente. Pero en tiempo de guerra, con centenares de refugiadas, viudas y huérfanas de guerra. Con cargas familiares a su cuenta (eso en los países más desarrollados, con infraestructuras sociales teóricas para hacerse cargo de sus necesitados. Imaginémonos donde estas infraestructuras eran inexistentes o los países y colonias ocupados por los diversos bandos de la guerra o las supervivientes del genocidio armenio), el número de mujeres que debieron recurrir al comercio carnal para subsistir. (Y las subsiguientes situaciones familiares, madres solteras, niñas y adolescentes fugadas del hogar,...).
A partir del periodo 1916 – 1918 el número se redujo cuando las grandes fábricas, organismos oficiales, granjas y minas abrieron sus puertas a las mujeres para paliar la falta de hombres enviados al frente. Para volver a subir tras el fin de la guerra.
Si esto era lo que llevaba a las mujeres al “oficio público”, los hombres acudían por diversas razones: soledad, curiosidad, sentimiento del “mañana a lo mejor no estoy vivo”, experimentación, abandonar el estado de virginidad antes de entrar en combate, ... Pronto las autoridades militares debieron de hacerse cargo de las necesidades sexuales de ejércitos que contaban con millones de hombres y hubo que regular (organizar dicha necesidad).
Inciso: en el momento de redactar este artículo Octubre de 2010, se ha sabido la concesión del premio novel de literatura al autor de entre otras grandes obras de “Pantaleón y las visitadoras”. Creo que en dicha obra refleja el espíritu de este mini – artículo a la perfección.
Al principio, la prostitución militar no era otra cosa que una serie de meretrices y sus correspondientes madames, que acampaban en las cercanías de campamentos o depósitos de tropas en la retaguardia, siguiéndolas a lo largo de sus desplazamientos. Pero pronto el fantasma de las enfermedades de transmisión sexual hizo su aparición y los estados mayores de todos los contendientes empezaron a temer que unidades enteras quedasen fuera de combate antes de entrar en batalla (con la mala prensa que tendría en el público). Por otra parte la diferencia entre prostitutas para oficiales y para soldados era meramente económica y no siempre existía la separación tácita entre clases que se suponía debía imperar dentro de los diferentes ejércitos.
Por ello las incidencias de enfermedades venéreas afectaban por igual a tropa, oficialidad e incluso el generalato. Es en este momento, finales de 1914, cuando el alto mando de cada ejército tomó cartas en el asunto y ordeno una organización / regulación de la prostitución.
Entre 1915 y 1918; se creó una “alianza tácita” entre meretrices, dueños de burdeles y organismos militares. (En Gran Bretaña se había regulado por primera vez en 1912, para uso exclusivo de las fuerzas armadas).
En virtud de la misma, los burdeles debían someterse a un proceso de calificación militar (se le inspeccionaba asegurándose que era un establecimiento limpio, el alcohol servido era apto para consumo humano, las prostitutas estaban libres de enfermedades infecciosas y no había asomo de espionaje enemigo), que en el caso de superarlo con la categoría de apto, permitía a este establecimiento colocar un distintivo (en el caso de las tropas británicas desplazadas a los diferentes frentes era un farol rojo, en los burdeles para soldados o azul en los destinados a oficiales, en Inglés. En los destinados a soldados de lengua Francesa, se situaba a la entrada un cartel que sencillamente indicaba “Maison Tolerée” para los soldados o lo mismo con el indicativo de “Uso exclusivo de rangos y categorías superiores” para los oficiales). Por su parte los organismos militares encargados por orden (verbal, pues no ha llegado hasta nosotros ningún documento escrito) se encargaban de:
1º - Semanalmente hacer dos chequeos médicos gratuitos a las prostitutas, para garantizar que estaban libres de enfermedades infecciosas (venéreas o no). Y eventualmente hacerse cargo en los hospitales militares de la atención de las meretrices enfermas. (Abonando incluso con haberes militares los sueldos no percibidos por su trabajo a causa de su hospitalización).
2º - Se informaría puntualmente a la tropa y a la oficialidad (por separado) de los establecimientos que habían sido calificados como aptos; proporcionando a los hombres de todas las graduaciones de la información y de los medios higiénico – sanitarios para prevenir enfermedades venéreas y realizar los oportunos chequeos médicos, hospitalizando (y aislando) a los individuos contagiados.
Además el personal de inteligencia militar haría las charlas acostumbradas para asegurar que información sensible de cualquier tipo no llegara a manos del enemigo (o del público en general).
3º - Las Policías Militares o las Gendarmerías de cada ejército en liza serían desplegadas con la misión de evitar altercados (una de las medidas más demandadas por las meretrices temerosas de millares de hombres con acceso a las armas).
4º - En ocasiones personal del cuerpo de pagaduría de algunos ejércitos, se encargarían de la gestión de muchos de estos burdeles, asegurando que los soldados y oficiales abonasen sus consumos y que las meretrices percibiesen sus gratificaciones (incluido en ocasiones alimentos y otros bienes de consumos por entonces solo disponibles para el personal militar).
A consecuencia de estas medidas, en general, las enfermedades venéreas estuvieron más o menos controladas durante la guerra y las historias escabrosas de prostíbulos, peleas y agresiones se pudieron evitar (o por lo menos ocultar).
La oficialidad al igual que la tropa se pudo más o menos beneficiar de estas medidas, con el aliciente de tener sueldos mayores. A lo que se le sumaba en el caso de los altos oficiales (generales, brigadieres y mariscales) de la existencia de las llamadas “mujeres de campaña”.
En todos los ejércitos había una serie de cargos que eran desempeñados por mujeres o que a medida que la guerra transcurría fue necesario recurrir a mujeres, pues los hombres habían sido destinados al frente (oficios como enfermeras, lavanderas, cantineras. Se les añadió el de secretarias, mecanógrafas, telegrafistas, conductoras,...). Eran una minoría entre océanos de hombres (de ahí la buena/mala fama que se ganaron a lo largo del conflicto) pero eran suficientes para ocultar entre ellas a las queridas (más o menos reconocidas) de cada alto oficial mariscal.

La pornografía durante la gran Guerra:

Uno de los aspectos menos conocidos del ejército Napoleónico, fue la costumbre que al finalizar una jornada, se solicitaba a los oficiales o a los soldados que supiesen leer, que además de redactar las cartas de quienes pudiesen pagarse enviarlas a sus casas. El que leyeran en público el capítulo de alguna novela o libro.
Entre los títulos más demandados entre la tropa estaban las obras del Marques de Sade. Por lo que a medida que se generalizó la enseñanza entre los soldados de los ejércitos se consumieron más y más libros, siendo los relatos eróticos los más apreciados por este solitario público.
Durante los años del conflicto mundial, la novela pornográfica sufrió una expansión fruto de un incremento de la demanda. El motivo era doble:
1º) En las solitarias trincheras de los diferentes teatros y a bordo de los buques y submarinos, los oficiales y soldados apreciaban bastante esta literatura, como forma de consolarse.
2º) Tanto las bibliotecas para soldados, como las de los clubes de oficiales disponían de apartados postales anónimos para realizar los encargos de manera anónima, así que los encargos se multiplicaron para todas las editoriales de los países en liza.
La pornografía se manifestaba en forma de relatos (cortos o largos) de corte erótico, en 1913 apareció la primera novela gráfica de corte erótico, así que enseguida se popularizó entre las filas del ejército.
Sin embargo los productos más caros y exclusivos en este aspecto eran las colecciones de fotos y las películas pornográficas, pagadas contra – reembolso y en general solo disponibles en los estados mayores.
¿Como sortearon la supuestamente existente censura moral? Este es uno de los aspectos más secretos del conflicto mundial. Pero quizás en tiempo de guerra, los censores recibieron instrucciones al respecto de hacer la vista gorda ante el consuelo del soldado (y del general o mariscal).

La homosexualidad y otras formas de sexualidad en la guerra:

En líneas generales, los homosexuales llamados a filas o voluntarios / profesionales padecían las mismas (en ocasiones mayores) prohibiciones, desde penas de prisión hasta la muerte si eran descubiertos. (Como en el ejército Otomano a pesar de las fantasías de Lawrence de Arabia).
Sin embargo entre ejércitos que en su conjunto sumaban más de 30 millones de hombres, los hombres homosexuales lo tenían relativamente fácil para ocultarse (siempre que mantuvieran la debida reserva y discreción sobre su orientación sexual).
A penas hay datos sobre la forma de vivir afectiva de lo soldados y oficiales homosexuales (fuera de chistes de naturaleza más o menos soez).
El número de mujeres lesbianas en las diferentes fuerzas armadas es imposible de determinar, aunque existieron (todavía más ocultas que los hombres).
Respecto a otras formas de sexualidad (zoofilos, sado – masoquistas...) suponemos que existirían, suponemos que el hecho de estar en guerra no significaría la renuncia a su forma de entender el sexo y la vida. Pero por razones análogas a las anteriores debieron de mantener ocultas sus tendencias (de todas formas nos imaginamos que al Mariscal al mando del Frente de Mesopotamia o de Palestina no le haría mucha gracia descubrir por la mañana que no hay leche para el té porque algún desgraciado ha abusado sexualmente de la cabra asignada a su servicio).

La violación durante la Gran guerra:

Hasta muchos años después de la II guerra mundial, una mujer (y peor en el caso de un hombre) violada debía ocultar de cara al público su situación, pues existía la mentalidad que en parte (o completamente) era responsable de su situación.
Por ello durante este conflicto mundial apenas hubo denuncias. Cuando hablamos de violaciones, debemos diferenciar dos situaciones diferentes:
1º) Los actos individuales aislados, un violador reclutado o metido a soldado (u oficial) no dejaba de serlo. Aunque pronto descubría que era fácil esconderse en su uniforme y que tenía acceso a las armas. Aunque para un buen número de casos descubría que la justicia militar podía ser mucho más implacable que la civil, en el caso que fuera sorprendido o denunciado.
2º) Los actos colectivos, que en líneas generales tenían mucho más que ver con episodios de odio étnico (los más importantes tienen que ver con el genocidio Armenio y con la invasión de Serbia a manos de los batallones Bosnios al servicio del Imperio Austro – Húngaro).
Rastreando entre las actas de juicios militares, los testimonios (en general imprecisos) de civiles afectados por la ocupación militar extranjera (como el caso de Bélgica); podemos concluir que en general y salvo las excepciones recogidas en el punto 2º, estos comportamientos fueron la excepción y no la norma, siendo generalmente castigados con severidad en todos los bandos y ejércitos.

El caso particular del Ejército de Estados Unidos:

Mientras que los aspectos tratados, en este apartado, son de uso general a la mayoría de los ejércitos que combatieron en la guerra mundial, en el caso particular de Estados Unidos y sus fuerzas armadas, tenemos que recordar la existencia del puritanismo mesiánico existente a principios de siglo XX de inspiración Calvinista.
La nueva sociedad civil surgida después de las décadas de alboroto de la famosa conquista del Oeste, reclamaba una mayor moralidad cristiana a las autoridades (Es en esta época por ejemplo cuando surgen los primeros activistas a favor la Ley seca, de la mano de la lucha contra la corrupción política).
Al estallar el conflicto mundial, las gentes de Norteamérica no se sintieron particularmente preocupadas, pero al entrar en la contienda mundial muchos padres y el doble de madres se sintieron preocupados por sus hijos ante la perspectiva de verles en las garras del mal en forma de lupanares (y como prueba de ello las secuelas que dejaban las enfermedades venéreas) por lo que empezaron a exigir a los congresistas la adopción de medidas enérgicas contra este peligro.
La primera medida, fue situar los nuevos campamentos para los soldados en pequeñas ciudades y pueblos segregados de la vida civil. Por lo que entre las tropas empezaron a referirse a estos depósitos como “campos de concentración”.
Los primeros soldados en ser requeridos fueron los profesionales del ejército regular y los voluntarios de la guardia nacional de cada estado. Al realizarse las pertinentes inspecciones médicas, los resultados no pudieron ser más calamitosos: entre los primeros había señales de enfermedad venérea (secuelas de haber padecido o síntomas de padecimiento) en 357 hombres de cada 1.000 y entre los segundos en 150 de cada 1.000
Pronto se adoptaron medidas más severas que lograrían hacer descender los porcentajes a 55 hombres de cada 1.000. Pero al marchar a Francia pronto los niveles volvieron a situarse entorno a 190 de cada 1.000
El nuevo comandante de la “Fuerza Expedicionaria Americana” enviada a Francia, el general Pershing (un cristiano convencido) ordenó llevar a cada soldado infectado por enfermedad venérea ante una corte marcial, pues afirmaba que le incapacitaba para el combate. Así mismo ordenó que los oficiales al mando de unidades con altas tasas de infectados por dichas enfermedades fueran degradados. Finalmente ordenó el cierre de cualquier burdel existente en instalaciones o propiedades del ejército Americano, aunque fuera en suelo Francés.
Para ayudar a los soldados a vencer la tentación, se creó la “Comisión de Actividades en Campamentos de Entrenamiento” con el lema de: “bueno, limpio y divertido” organizaba eventos deportivos, representaciones teatrales y formación variada a los nuevos reclutas al tiempo que daba charlas sobre moralidad y contra el vicio.
A esta comisión se le sumaron diversas iniciativas privadas, la principal fue de la Asociación Médica Americana, que dio numerosas conferencias y distribuía su publicación el “Journal (of the A. M. A)” siendo el tema principal de las mismas “Los efectos en el cuerpo humano de las Enfermedades Venéreas”.
Solo y hacia el final de la guerra se empezó a dar a los soldados algunas charlas sobre educación e higiene sexual.
Más adelante se construyó una importante infraestructura hospitalaria para aislar y curar a los afectados por enfermedades venéreas. Infraestructura que seria muy útil cuando se desató la “gripe española” de 1918 – 1919.
A nivel de estado, se organizó en cada uno la “Oficina de enfermedades Venéreas”, que tenía como misión aislar en hospitales a cualquier hombre que tuviese síntomas de dichas enfermedades (estuviera o no acuerdo con dicho aislamiento) , antes de entrar en filas.
Finalmente mediante un acuerdo entre policías de cada departamento y personal militar armado del ejército y la armada se procedió a clausurar todos los burdeles conocidos en las inmediaciones de centros militares.
En general y tanto por motivos patrióticos como por fuerza legal, se puede afirmar que durante los años del conflicto mundial, la prostitución fue erradicada del ámbito castrense en el territorio de los Estados Unidos. Pero ¿y fuera de Estados Unidos?
Desde luego las súplicas de Pershing a los Estados Mayores Británico y Francés, solicitando la clausura de los burdeles en Gran Bretaña y Francia de uso militar fue desatendida por completo, así que a las autoridades militares de la “Fuerza Expedicionaria Americana” comprendieron que si querían mantener alejados a los jóvenes soldados Americanos del pecado, tendrían que hacerlo por su cuenta.
Por ello se creo en 1917 el WCA, más adelante WCPI, que se trataba de un anexo a la Policía Militar. Era un cuerpo formado exclusivamente oficiales (normalmente juristas o capellanes con estudios superiores) que tenían como misión la represión del vicio dentro de las fuerzas armadas.
Provistos de brazaletes y armados con sus pistolas automáticas Colt, vigilaban las zonas de descanso de la retaguardia (en especial los burdeles Británicos o Franceses) y arrestaban a cualquier soldado que estuviese en la proximidades con un comportamiento sospechoso.
Tras la revolución Rusa, este cuerpo, se encargó además de confiscar la propaganda calificada de “socialista” y de arrestar a cualquier soldado en posesión de la misma.
En 1919 este cuerpo, junto con el resto de la Fuerza Expedicionaria Americana seria disuelto y un buen número de sus miembros acabarían en el F.B.I.
Sin embargo durante todo el conflicto, los soldados aprovechando que este cuerpo solo estaba compuesto por unos pocos centenares de miembros y ellos eran millones, encontraron la forma de burlarlos durante los permisos o servicios en la retaguardia, acudiendo a los burdeles que existían en las zonas ocupadas por los ejércitos Belga, Francés o Británico.
Aparte, los veteranos componían canciones de tipo picante (o lascivas) cuando sus oficiales se lo permitían, donde se daban instrucciones a los novatos sobre los lugares donde encontrarían sexo de pago, lo que debían decir (especialmente útil para tratar con prostitutas que no hablaban inglés) y las tarifas generales (también muy útil para evitar las estafas). En otras ocasiones, las canciones también informaba sobre si tal o cual vendedora o lavandera además de su negocio se daban al negocio de la prostitución.
Volviendo a casa: ellos + ellas, y sus frutos:
Al acabar la guerra y proceder a la desmovilización, los soldados (y los oficiales) temerosos de sufrir una censura social por sus escarceos sexuales con profesionales prefirieron destruir cualquier vestigio o prueba de los mismos, por lo que la información que ha llegado hasta nuestros días sueles ser bastante escasa.
Y de las mujeres que durante el periodo de la guerra mantuvieron un “affaire” – amoroso. Ó durante los bombarderos aéreos o artilleros en las ciudades y pueblos en ocasiones que parejas de completos desconocidos; por ejemplo una chica de civil y un soldado de permiso o convaleciente; se ocultaron en un hueco estrecho, sin luz y lejos de las miradas curiosas, a pasar la noche y combatir el frío abrazados. Ó por necesidad debieron de comerciar con sus cuerpos (desde posar desnudas para realizar fotografías eróticas hasta prostituirse) también y por razones obvias debieron de ocultar su pasado a las generaciones siguientes.
Otra cosa fue que el fruto de soldados y mujeres civiles dejaron en forma de decenas de hijos de madres solteras (muchos de ellos serían abandonados a las puertas de albergues, hospitales, conventos y cuarteles) que pudieron ser ocultados de forma efectiva entre la enorme cantidad de huérfanos y niños refugiados que la guerra dejó tras de sí.

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