sábado, 28 de marzo de 2020

INGLATERRA Y ESCOCIA EN IRLANDA

1.2. Llegados a este punto... Inglaterra (y Escocia) en Irlanda:

Antes de seguir, debemos preguntarnos ¿como un rey inglés gobernaba en Irlanda? y ¿porqué la República de Irlanda formaba parte del Reino Unido?
Para responder a ambas cuestiones debemos, por un lado retroceder a los inicios de la edad de hierro en Europa. Y por el otro, recordar el deber de separar la historia de la mitología nacional irlandesa.
Por los escritos romanos, la poesía mitológica irlandesa y los trabajos arqueológicos modernos, sabemos que los primeros pobladores de la isla de Irlanda datan de una época comprendida entre el 12.500 y el 9.700 antes de Cristo, no siendo otra cosa que conjuntos de cazadores / recolectores en busca de su sustento. Los cuales habían llegado a Irlanda desde Inglaterra (algunos opinan que a través de un puente de piedra existente entre ambos archipiélagos, ó bien cruzando capas de hielo) y que solo dejaron sus herramientas talladas en piedra para la posteridad. Estos grupos de cazadores, a partir del año 7.900 antes de Cristo; fundan sus primeros asentamientos más ó menos permanentes.
A partir del cuarto milenio antes de Cristo; Irlanda inicia su revolución neolítica, con la aparición tanto de la agricultura, la cerámica, las primeras herramientas de piedra pulida y de conjuntos megalíticos usados tanto como elementos funerarios, como para elaborados cálculos astronómicos.
Sus residencias eran cabañas de madera compartidas con el ganado domesticado, principalmente ovejas.
Hacia el año 2.500 antes de Cristo; se generalizan los trabajos en metal, en forma de armas de bronce y joyas de oro, así como edificación de grandes túmulos funerarios. Pero el grado de civilización de estos primeros irlandeses es motivo de disputa. Puesto que junto a estas obras, aparecen restos de practicas caníbales y de recolección de cabezas cortadas. Por lo que la explotación de metales no se generalizó hasta los años 600 a 200 antes de Cristo, con las primeras fundiciones de hierro.
Entre los años 1.000 y 800 antes de Cristo; Se producen las migraciones celtas desde Europa y desde la isla de la Gran Bretaña. Pronto; los recién llegados entraran en conflicto con los nativos, los cuales son exterminados ó forzados a desaparecer, cuando sus tierras y sus ganados les son arrebatados. De tal forma que para el año 100 antes de Cristo; los galos / celtas se hacen dueños por completo de toda la isla y la lengua céltica es la única que se habla en el territorio. Según el relato épico irlandés “Ciclo de la Rama roja” los pobladores primigenios de la provincia de el Ulster (tierra de los Ulaidh, los antiguos habitantes de Irlanda, anteriores a los celtas) llegaron desde Gran Bretaña, que no eran más que celtas llegados del centro de Europa. Asentándose en torno a lo que sería la ciudad de Belfast, durante la edad de Bronce.
Los caudillos tribales celtas se agruparon en 5 reinos; desarrollando una primera civilización propia, en torno a una casta sacerdotal – los druidas – que combinan las labores de sacerdocio, con el ejercicio de la medicina, la elaboración – solo oral – de la poesía, la videncia y la labor legislativa; dentro de la comunidad. Mientras que la función política recae sobre una casta de nobles guerreros. Su principal manifestación, serán los dólmenes rodeados de piedras (los “anillos para gigantes”).
Desde el 500 antes de Cristo; numerosos pueblos mediterráneos saben de la existencia de la isla – considerada el fin del mundo – a la que acabarán denominando Hibernia, siendo Ptolomeo el primero en dejar constancia escrita de su existencia.
En esta misma época; el Imperio Romano explora la isla y elabora una cartografía de sus costas. También dejan constancia escrita de sus geografía humana y de su organización tribal. Pero desisten de ocupar la tierra de Hibernia por falta de interés y de riquezas más allá de sus tierras y sus ganados.
Recordemos que Julio Cesar, tras completar la primera conquista de la Galia intentó la conquista de Britania, pero enseguida encontró una tierra tan hostil como baldía. Y el resto de sus sucesores mostraron un nulo interés por la campaña – Calígula mandó a recolectar conchas a las legiones dispuestas para la campaña –. Hasta que el emperador Claudio, necesitado de una victoria para justificar su trono, lanzó la campaña. La cual acabó por estancarse antes de completar la ocupación de toda la isla de la Gran Bretaña. Quedando tanto Escocia como Irlanda fuera del dominio de Roma.
Sin embargo, la influencia comercial es importante, pues de su mano Irlanda se llena de armas de hierro y vino, así como de la lengua latina y de la religión cristiana, la cual se expandió a gran velocidad entre los celtas irlandeses, en boca de los misioneros britanos. Quienes edifican los primeros monasterios dentro de la isla.
El cristianismo comenzó a penetrar en Irlanda a partir del siglo IV después de Cristo. Alcanzando la hegemonía religiosa en la isla a partir del siglo VI después de Cristo. Pues irlandeses metidos a piratas, aprovechan la debilidad de Roma en Britania para saquear las costas de la provincia, hasta qué, con el tiempo; fundan nuevos reinos en Cornwallis, Gales y Cumbria.
Los nobles romano–britanos, ante la ausencia de tropas romanas que garanticen la seguridad de sus tierras / feudos, recurren a mercenarios irlandeses, en calidad de auxiliares. Además, desde el 367 antes de Cristo; una población de irlandeses – los llamados “scotti” cruzan el mar de Irlanda y ocupan el norte de la isla de Britania, fuera del límite de ocupación romana. Ellos serán la semilla del pueblo escocés.
Con el tiempo; muchos de estos irlandeses regresan a sus tierras y familias convertidos al cristianismo, pues han hecho fortuna dedicándose al comercio de esclavos.
Hacia el siglo V después de Cristo; ya hay misioneros cristianos de forma permanente buscando convertir a los Irlandeses. De todos los misioneros cristianos que viajan a la isla de Hibernia, el más determinante va a ser San Patricio, quien – en el 432 después de Cristo – va a establecer la pauta para la posterior expansión del cristianismo. Pues decidió respetar las leyes y costumbres tribales y sociales celtas, codificando sus leyes. Solamente aquellas que entraban en contradicción con el dogma cristiano eran modificadas. A cambio, va a salvar el idioma gaélico pues transcribe los relatos épicos y las leyes tribales irlandesas, usando el alfabeto latino.
Tal fue su éxito, que el Papa de Roma envió – al año siguiente – al obispo Paladio, para dirigir la isla. Y hacia el 461 después de Cristo; el Ulster se convierte a la nueva religión. Completando la evangelización de toda la isla.
La influencia de los monasterios será determinante en convertir a las tribus celtas en irlandeses y a través de ellos, la escritura, la metalurgia y la escultura – las famosas cruces celtas – van a configurar una cultura irlandesa propia. Además, de manos de copistas irlandeses, la literatura celta, junto con las principales obras romanas y griegas. Transformando estos monasterios en las principales bibliotecas de la primera Edad Media de Europa. Siendo sus manuscritos iluminados los más apreciados por el resto de monasterios del continente (como “El libro de Kells”, “El Cáliz de Ardagh”...). Incluso eruditos ingleses, entre los años 660 y 680 acuden a monasterios irlandeses a estudiar ó a ampliar sus conocimientos.
En el año 637 después de Cristo; se libra la batalla de Moira / Magh Rath, entre el rey Domhnall II contra su hijo adoptivo Conghal del Ulster y contra Domhnall de Dalciada, saliendo el primero victorioso contra los otros dos. Esto se va a traducir en que el Ulster va a estar libre de invasores extranjeros hasta el siglo XII y no se va a integrar definitivamente en el país irlandés hasta el siglo XIV. Lo que no impide que las dinastías MacLochlainn y O’Neill se enfrenten durante los siglos VII a XIII por el dominio del territorio. Y posteriormente los O’Donnell entre los siglos XIV a XVII.
Entre los siglos VIII y X después de Cristo; se producen las invasiones vikingas, quienes atraídos por las riquezas depositadas en los monasterios, se dedicaran a saquear decenas de ellos. Impidiendo con ello, que los diferentes reinos irlandeses cuajen en un estado unificado. Los vikingos asentados en Irlanda fundarán las primeras ciudades en la costa de la isla, donde acuñan las primeras monedas de Irlanda.
Concretamente, en el año 795; los noruegos desembarcan en la isla y se dedican a bordearla, saqueando cuantos asentamientos encuentran a su paso. Otros más les seguirán en los siguientes dos siglos.
A pesar de estos asentamientos costeros, los irlandeses del interior van a resistirse a la penetración nórdica en sus territorios y, entre los años 831 y 845 de nuestra era; la región del Ulster va a ser dominada por los vikingos. Hasta que el caudillo irlandés Malacai, se pone a la cabeza de una confederación de tribus proclamándose primer “Rey supremo de Irlanda” y logrando expulsar sucesivas oleadas de escandinavos.
Expulsados del norte de la isla, en el año 852; los vikingos fundan en la bahía de Dublín (“Dub – Lim / Aguas negras”) una ciudad. Y en poco tiempo aparecen sendos asentamientos de colonos escandinavos en la costa oriental de la isla. Donde los nuevos colonos se van a mezclar con nativos, creando una sociedad independiente de la irlandesa.
Pero en el año 902; los líderes tribales Mac Flannacain y Mac Muirecain sellan una alianza y marchan con sus partidarios contra la ciudad de Dublín. La cual es conquistada y fuerzan a los extranjeros a abandonarla por mar. Pero al año siguiente es de nuevo ocupada por los vikingos.
En el año 914; los descendientes de los vikingos asentados en Irlanda, tratan de nuevo de conquistar toda la isla, partiendo desde Dublín y otros enclaves costeros. Y de nuevo otra confederación de tribus acaudillada por Brian Boru – quien a imitación de Malacai, se auto-proclamó Rey supremo de Irlanda – les frena y les obligó a regresar a sus lugares de partida, tras derrotarles (en el año 1014) en la batalla de Clontarf. A partir de ese año, su poder va a ir declinando.
Como consecuencia, durante los siguientes dos siglos; Irlanda no es más que una sucesión de tribus, clanes y facciones siempre en guerra entre sí, por la supremacía del territorio. Quienes son agrupados en virtud de la variedad de dialecto del gaélico que hablan, existiendo de esta forma 6 regiones: Aislech, Ulster, Connacht, Mide, Monster y Leinster. (Las “6 tierras arrebatadas a la anciana viuda” en la mitología nacional irlandesa ó los “6 penique impagados a la prostituta irlandesa por un marinero inglés” del teatro de Oscar Wilde).
En el siglo XII; los normandos llegan a Irlanda, en auxilio del caudillo irlandés McMurrought de Leister, quien habiéndose proclamado “rey supremo” de Irlanda, había tenido que marchar al exilio, hasta Aquitania. Derrotado por otro “rey supremo” – Mac Taiwdelbach –.
Tras recibir la pertinente bula del Papa Adriano IV y con el permiso del rey de Inglaterra Enrique II; reclutó un ejército mercenario de normandos, galeses y flamencos, acaudillado por el noble normando Ricardo de Clave. Para recuperar su reino y combatir a sus vecinos.
Este ejército tubo más éxito del que McMurrought esperaba y tras conquistar varios condados, los normandos se asentaron de manera permanente a partir del año 1169. A partir de entonces y durante los siguientes 8 siglos, Irlanda no volverá a conocer un gobierno independiente propio.
Los normandos, llegados desde Inglaterra y otros lugares del continente; procedieron a ocupar una serie de territorios en la isla y, a diferencia de sus antepasados vikingos, levantaron fortalezas y castillos. A pesar que también se van a mezclar con los nativos. Esta vez va a ser imposible expulsarlos de la isla – como consecuencia, en la histografía y en la mitología nacionalista irlandesa el rey McMurrought de Leister se va a convertir en el primer traidor y villano de la nación y el pueblo de Irlanda –.
En Inglaterra, el rey Enrique II teme que los normandos acaben fundando en la isla un reino independiente y desde ahí, algún otro caudillo normando acabe por invadir la Gran Bretaña. Por lo que, de nuevo con la bendición del Papa de Roma, procedió a desembarcar su ejército y conquistar los puertos de Dublín y Waterford, en 1171; que son proclamadas ciudades reales. Más adelante; nombró a su segundo hijo Juan de Plantagenet (el príncipe “Juan sin tierra”, hermano del rey “Ricardo corazón de león”) primer Lord / Señor de irlanda, aboliendo el título de Rey supremo de Irlanda.
Cuando Juan sucedió a su hermano Ricardo en el trono de Inglaterra, la isla de Irlanda pasó, de forma automática, a ser patrimonio de la corona inglesa. Con un estatuto legal similar al principado de Gales.
A pesar de tan pomposos títulos, durante los siguientes 2 siglos; la corona inglesa apenas dominaba más que los intramuros de dos ciudades y algunos castillos del interior. Y la mayoría de los nativos irlandeses vivían ajenos al hecho que a partir de entonces eran súbditos de un monarca extranjero, sometidos a la tutela de sus jefes tribales, enfrentados a sus vecinos en inagotables guerras. Por su parte los ingleses residentes en la isla solo son dueños del suelo que pisan: los dominios afectos a los castillos ingleses y la ciudades entre la empalizada / “the pale” de la ciudad de Dublín, Waterford y el Ulster, siguiendo la línea de costa.
Entre los años 1185 y 1210; el rey Juan y sus sucesores ejercen el control sobre aquellos territorios donde sus jefes tribales le han jurado lealtad. Y a lo largo del siglo XIII; los monarcas de Inglaterra intentan recortar la autoridad de los diferentes caudillos tribales, enfrentándolos entre ellos. Al tiempo que van a asentar a los primeros colonos ingleses en Irlanda. Pero en general, no se van a interesar por los asuntos irlandeses, hasta que tras la derrota contra Francia en la guerra de los Cien años y tras finalizar la guerra de las dos rosas; que enfrenta a diferentes linajes aspirantes al trono de Inglaterra, Los monarcas Ingleses ven en Irlanda la forma de resarcirse por la pérdida de sus tierras en Francia.
Con la ocupación inglesa, muchas familias irlandesas obtienen ingresos extras, pues muchos de sus hombres van a cruzar el mar de Irlanda y lucharan al servicio de los reyes de Inglaterra y Escocia, en calidad de mercenarios. Al servicio de patrones extranjeros, los mercenarios irlandeses van a recibir el apelativo de “gansos salvajes”.
En 1205; el rey de Inglaterra nombra a los nobles Hugh de Lacy y De Courcy condes del Ulster, estableciendo así un dominio diferenciado del resto de territorios de la isla. Si bien hasta bien entrado el siglo XIV; la provincia sigue bajo el control de los clanes gaélicos. Pues será el último reducto de los clanes gaélicos libres, hasta su derrota en Kinsale, en 1601.
En 1261; el caudillo Finan MacCarthy derrota a los normandos en Callann, por lo que durante el resto de siglo XIII; los normandos acabaran acorralados en torno a las ciudades amuralladas de la costa oriental de Irlanda.
En 1348; la peste negra llegó a Irlanda y asoló las ciudades – mayoritariamente pobladas por ingleses y normandos – como resultado, el gaélico se mantiene como lengua predominante en la isla.
Para finales de siglo XIV; la autoridad inglesa fuera de los muros de las ciudades costeras era inexistente y la reciente guerra civil (de las dos rosas) había dejado exhaustas las arcas inglesas. En el interior de Irlanda; el conde de Kildare, del clan Fitzgerald, era el verdadero líder del territorio. Pues su clan era el más poderoso y había logrado tejer una alianza con otros clanes igualmente fuertes.
Para administrar la isla, los ingleses crean en Dublín un parlamento bicameral, creado a semejanza del existente en Londres, formado por un cuerpo legislativo de señores propietarios de feudos en la isla (la cámara de lores irlandeses) y otro cuerpo legislativo que absorbió a la asamblea vikinga de hombres libres existente en Dublín (la cámara de los comunes irlandeses). Desde 1494; este parlamento, al igual que el que existe en Inglaterra y Escocia, ve su capacidad legislativa limitada por el derecho a veto que tiene el consejo privado del rey de Inglaterra sobre cualquier proyecto de ley presentado por estos parlamentos.
El descubrimiento de América de 1492; va a convertir la isla de Irlanda en una base estratégica para la expansión inglesa hacia el Oeste. Pero la estructura social irlandesa (basada en la “túatha” ó conjuntos de tierras dominadas por un mismo clan), el terreno, el clima, la falta de ciudades... van a impedir afianzar el poder de la corona inglesa en la isla.
Hacia 1512; hay censados en la isla hasta 52 clanes distintos, quienes a penas reconocen la autoridad del monarca inglés, cuando no la ignoran por completo. Los más importantes son: MacCarthy, O’Brian, O’Flaherty, Burkes, Mayo, O’Donell, MacDonnells, O’Nail, O’Rourke, O’Connor, Dempsey, Ormond, Desmond, Magennis, O’Raily, O’Farrell, Kildare, MacMurrough, Wexford y los señoríos del Ulster.
El mayor cambio de la historia de Irlanda y el nacimiento del moderno estado irlandés se produjo cuando en 1534; el rey Enrique VIII, necesitado de recomponer las finanzas reales decidió ocupar toda la isla y someter a todas las tribus al poder de su corona. Al tiempo que también rompe con la autoridad del Papa de Roma. Pero las nuevas religiones protestantes no son bien vistas por los señores – todos ellos católicos – de Irlanda.
Su primera medida va a ser someter al clan Fitzgerald – a pesar que durante el conflicto de las dos rosas, estos habían apoyado al pretendiente de los York, pagando a los mercenarios borgoñeses –, declarando en rebeldía a su líder el conde Silken Thomas Fitzgerald.
En respuesta, el clan Fitzgerald se declaró en guerra contra la corona de Inglaterra, en 1536. Y no van a cesar de revolverse contra Londres hasta el año 1603. Pero esta rebelión es sofocada y en represalia, Enrique VIII redujo al estado de Irlanda de reino a señorío. Y con el voto de ambas cámaras del parlamento – previo soborno a los parlamentarios en forma de títulos y concesiones –, es coronado rey de Irlanda, en 1541. Convirtiendo la corona real en la triple corona, antesala de la unificación de las islas británicas en reino unificado.
En 1537; el rey Enrique VIII se nombró cabeza de la iglesia irlandesa (anglicana) y en 1542; transformó la isla en un reino clientelar de Inglaterra. Lo que enfureció a la nobleza católica irlandesa, pues a partir de entonces sus tierras y castillos podían ser confiscadas a discreción de la corona inglesa, para entregarlos a nuevos colonos de religión protestante (anglicanos ingleses ó presbiterianos escoceses). Aunque también aumentó el tamaño del parlamento irlandés, al incluir en el mismo representantes de todos los clanes y de todos los feudos normandos.
A lo largo del resto de siglo y en medio de las turbulencias acontecidas con la reforma cristiana, Inglaterra se va a ir apoderando de toda la isla y ejercer de manera efectiva el dominio sobre todo el territorio. Constituyendo la isla en el eje del dominio de las rutas comerciales en el Atlántico Norte, disputado por las potencias católicas de la contrarreforma y por los estados protestantes.
El rey Eduardo VI sucedió a su padre Enrique VIII en el trono de Inglaterra, quien además de suprimir de manera efectiva el catolicismo de la corte, va a declarar a la iglesia de Inglaterra (anglicana) en religión oficial del estado. Pero tanto Escocia (donde la población se pasa en masa a la reforma calvinista, fundándose la Iglesia Presbiteriana), como Irlanda (donde el catolicismo permite a la mayoría de las tribus y clanes rechazar tener que acatar la autoridad del monarca inglés, y para desesperación de los sucesivos gobernantes de Londres), se van a mantener impermeables a los intentos de justificar la unidad de las islas británicas por motivos religiosas. Y en el caso irlandés, las relaciones – entre malas y tormentosas – entre Gran Bretaña e Irlanda van a venir determinadas, durante los siguientes cuatro siglos por esta disputa religiosa.
En 1601; los clanes irlandeses son derrotados en la batalla de Kinsale. Por primera vez en su historia, toda la isla queda sometida a un solo poder. De tal forma que en 1603; se funda en Dublín un consejo privado del rey Jacobo I.
Entre 1550 y 1600; el gobierno de Londres fomentó la colonización de Irlanda, asentando en el territorio emigrantes presbiterianos de Escocia y anglicanos de Inglaterra y explotando la tierra en forma de plantaciones, arrebatando su propiedad a los pequeños propietarios católicos. Para convertirse en la nueva clase dominante en el país. Entendamos que originalmente, se había planeado que a partir del siglo XVII; el centro de la isla y las provincias de Munster, Ulster, Laois y Offaly fueran colonizadas por protestantes ingleses y escoceses, como forma de prevenir los constantes levantamientos irlandeses.
Esta sistema de colonización organizada en torno a grandes latifundios, los cuales fueron cedidos en régimen de propiedad a terratenientes próximos a la corte inglesa – en especial la del rey Jacobo I – fue complementado a partir de 1609; con una colonización minifundista de carácter privado. Esta última se basaba en entregar fincas a veteranos del ejército y de la armada inglesa. Como forma de abonar las soldadas pendientes. Pero fuera de la provincia del Ulster tubo escaso éxito, pues los colonos preferían las nuevas y extensas tierras descubiertas en América del norte a las mucho más expuestas a rebeliones nativas de Irlanda.
A pesar de todo; la corona inglesa logró pagar las costas de la guerra de los 9 años, a base de entregar fincas en el Ulster; lo que supuso que esta provincia fuese de mayoría protestante, frente al resto de provincias católicas de la isla.
La colonización organizada siguió de forma continua hasta comienzos de siglo XVIII. Al precio de transformar a los colonos ingleses y escoceses en objeto del odio de los irlandeses – la mayoría de las subsiguientes rebeliones contra la corona se transformarán en agresiones contra los colonos y sus propiedades y privilegios. De hecho, en 1646; un ejército irlandés, mandado por Owen O’Neill logró derrotar a los ingleses. Pero sus soldados se dedicaron al pillaje y a arrebatar las fincas de colonos protestantes, en lugar de seguir combatiendo. Hasta que en 1650; las tropas de Oliver Cromwell procedieron a expulsar a todos los católicos del condado de Connaught.
Durante los reinados de Isabel I y Jacobo I; se produjeron las brutales rebeliones de Desmond (Entre los años 1569 y 1573, en el Sur de Munster; los clanes Fitzgerald y Butlers se declaran en rebelión contra el gobierno inglés de Irlanda. Pero son derrotados por falta de apoyo el resto de clanes) y de los 9 años (Entre 1594 y 1603, en el Ulster; los caciques / condes irlandeses O’Neill y O’Donell se levantan contra el poder de la reina Isabel I de Inglaterra, que trataba de colonizar la provincia con protestantes ingleses y de otras partes de Europa. Pero tras su derrota; deben marchar al exilio – la fuga de los condes – seguidos, en 1607; por los earls / marqueses de la provincia. Llegando a la corte de Felipe III de España y otros principados italianos, en busca de asilo y apoyo a su causa. En represalia; la corona inglesa repoblará todo el Ulster con colonos ingleses y escoceses leales a su causa, los “plantadores”. A partir de 1610).
Que son brutalmente sofocadas por los ejércitos ingleses, a pesar del apoyo de los reyes españoles y de otras naciones católicas. Como consecuencia; las autoridades británicas van a disolver los clanes de Irlanda, despojándoles de la autoridad legislativa y jurídica de sus jefes y de las armas de sus guerreros libres. Pronto los nativos irlandeses van a perder sus derechos consuetudinarios sobre la propiedad – personal ó comunal – de las tierras y ganados. Los cuales van a pasar a disposición de la corona, a repartir entre sus colaboradores sobre el terreno, en forma de grandes latifundios, por lo que a partir del siglo XVII; la minoría protestante es dueña de la tierra, trabajada por la mayoría católica.
Este hecho va a marcar el paulatino empobrecimiento social de la población irlandesa y el nacimiento de una geografía humana irlandesa, basada en la dicotomía entre una masa de campesinos – jornaleros católicos irlandeses más algunos presbiterianos en el norte de la isla y una minoría de terratenientes – ausentes anglicanos. Donde los unos a pesar que su religión no es prohibida de manera oficial, para evitar tensar aun más la situación. Se sienten discriminados en todos los aspectos de la vida social y política de la isla esmeralda.
A pesar de todos sus intentos, Inglaterra fracasa en su objetivo de convertir a los irlandeses en ingleses, a pesar que la lengua inglesa a cabe por desplazar al gaélico como lengua propia de Irlanda (aquí debemos señalar que fuera de los monasterios, toda actividad cultural irlandesa es meramente oral. Mientras que el inglés es una lengua escrita que se apodera de la administración y de la propia cultura).
En 1614; la mayoría católica del parlamento de Dublín es sustituida por colonos protestantes, al haberse impuesto la ley marcial sobre toda la isla. Esto va a provocar un fuerte rechazo entre la población nativa irlandesa; en especial cuando el parlamento sancione toda una serie de decretos que discrimina a las comunidades católica, bautista y presbiteriana, tratando de alentar la conversión hacia el anglicanismo.
El siglo XVII; va a ser el más sangriento de toda la historia de Irlanda. Puesto que durante las guerras de 1641 a 1653 y de 1659 a 1691; la discriminada población católica de la isla va a padecer un número desproporcionado de víctimas, seguido de una fuerte discriminación social y política.
Entre 1639 y 1651; se producen en las islas británicas las llamadas guerras de los tres reinos, pues las coronas de Inglaterra, Escocia e Irlanda son azotadas por disturbios de naturaleza política y religiosa. Los cuales culminan con la Guerra Civil Inglesa, entre 1642 y 1651; del rey Carlos I de Estuardo y su propio parlamento acaudillado por Oliver Cromwell.
La mayoría de los irlandeses católicos aprovechó los diferentes desórdenes acontecidos en Inglaterra para sublevarse en 1641 y tratar de recuperar sus tierras ocupadas por colonos y nobles ingleses desde el reinado de Enrique VIII. En 1642; crean el primer gobierno rebelde de Irlanda (la “Confederación católica de Irlanda”). Pero esta rebelión acabó transformándose en una sucesión de alzamientos comunales que desembocaban en matanzas entre colonos y nativos. Hasta que en 1649; el ejército británico de Cromwell reconquista toda la isla, arrasa todas las ciudades en rebelión contra Londres y la casi totalidad de granjas y haciendas en propiedad de católicos irlandeses son confiscadas y cedidas en propiedad a colonos protestantes, la mayoría antiguos oficiales del ejército de Cromwell. Como resultado de todas las guerras, casi un tercio de la población de la isla murió de hambre, epidemias ó fue asesinada. Casi la mitad de la población católica fue muerta ó deportada – en calidad de esclavos – a plantaciones de azúcar en el Caribe inglés. En 1654; el parlamento de Londres sancionó la ley de Cromwell para desterrar a los “indeseables” de Irlanda hasta las islas Barbados. Hacia 1655; unos 12.000 irlandeses prisioneros están sometidos a régimen de servidumbre en las plantaciones de azúcar.
(Entendamos que entre los siglos XV y XVIII; todos los prisioneros políticos de Irlanda, Gales, Inglaterra y Escocia deben cumplir sus sentencias deportados a las colonias británicas de ultramar. Sobre todo al Caribe, donde en régimen de esclavitud trabajan en las plantaciones de azúcar y algodón.
Debiendo permanecer en ese estado hasta cumplir su sentencia, morir u obtener la libertad condicional.
A partir del siglo XVIII; se instituyó la deportación al continente americano, hasta que tras la independencia de Estados Unidos; se orientó la deportación hacia Australia. Como los irlandeses son considerados en Inglaterra como “salvajes” y “negros blancos”, se les asignó siempre los peores trabajos y tratos más degradantes. Y un número desproporcionado de ellos recibieron durante estos siglos las sentencias más duras de deportación).
Más adelante, en 1688 el rey Jaime II de Estuardo huye de Inglaterra y se refugia en Irlanda, donde recibe el apoyo de la nobleza irlandesa, a cambio de revertir todas las leyes discriminatorias. Y durante las guerras entre los reyes Jacobo II de Estuardo y Guillermo I de Orange; los irlandeses católicos van a poyar a los pretendientes Estuardo al trono de Inglaterra – con la idea en mente y una serie de vagas promesas, que tras la victoria recuperarían sus tierras ancestrales – pero los protestantes y presbiterianos Irlandeses y de otras naciones acuden a luchar por el pretendiente Orange y tras las batallas del Boyne de 1690 y de Anghrim de 1691; los jacobitas irlandeses son aplastados por los orangistas irlandeses, claves en la victoria protestante en Irlanda. Que tras la guerra van a cobrarse la revancha en forma de nuevas discriminaciones civiles y sociales contra los católicos. Pues los protestantes se hacen con el control social y el poder político en los siguientes 2 siglos, sometiendo a los católicos a un régimen de discriminación legal.
Tras finalizar la guerra con la derrota de los jacobitas irlandeses; los gobernantes ingleses aprueban las llamadas “leyes penales” para reprimir – aun más – al catolicismo en la isla, en menor grado a los irlandeses de ascendencia escocesa, y primar los privilegios protestantes.
Hacia 1691; la mayoría de los habitantes de Irlanda (tanto católicos como protestantes) son campesinos sumidos en una pobreza crónica. Por ello, un número importante de ellos emigran a las colonias americanas, en el caso de los de ascendencia escocesa, se van a instalar principalmente en las regiones fronterizas, buscando alejarse del control de la corona inglesa.
En el caso de los católicos además, desde el siglo XVII; carecen de derechos políticos y son gobernados por protestantes. Sin embargo, a partir del siglo XVIII; es cuando se inicia el renacimiento cultural de Irlanda. Además, los protestantes están divididos entre presbiterianos (que residen principalmente en el Ulster, aunque en mucha mejor situación económica que los católicos. Al igual que ellos, carecen de derechos políticos) y las pequeñas familias de ascendencia inglesa y de religión anglicana. Dueñas de las grandes haciendas (en ocasiones ausentes de ellas), que en conjunto representaban al 5% de la población total de la isla, pero dominan por completo la economía (gracias al respaldo que recibían desde Londres por su gobierno y su ejército).
En Inglaterra consideran que Irlanda es una tierra atrasada, poblado por nativos incapaces de gobernarse solos. Y durante todo el siglo XVIII; el antagonismo entre jornaleros irlandeses católicos y terratenientes ausentes anglicanos va a ir caldeándose. A pesar que entre 1700 y 1800; la mayoría de las restricciones que padecían los católicos son poco a poco superadas, de manera más ó menos discreta. Pero la inmensa mayoría sigue sumida en la pobreza, pues la mayoría son campesinos sin voto en el parlamento. Dominados por una élite de terratenientes protestantes anglicanos, muchos de ellos con residencia en torno a Dublín.
En el norte de la isla, en el Ulster; los irlandeses presbiterianos logran mejores niveles de vida, con el comercio y la naciente industria. A pesar que desde 1660 el “Acta de Navegación” imponía fuertes aranceles a las exportaciones hacia la isla de Gran Bretaña. Mientras que las importaciones ingleses hacia Irlanda están libres de arancel, provocando la ruina de la mayoría de industrias irlandesas.
La mayoría de los latifundios orientan su producción a la exportación hacia Inglaterra. Por lo que los precios de los alimentos – sobre todo el trigo –, salvo las patatas resultan altos y obligan a los jornaleros irlandeses a gastar casi todo su dinero en alimentarse, sin posibilidad alguna de ahorrar ó invertir en otras actividades. Como resultado; los dos inviernos de 1740 y 1741, que son inusualmente fríos provocan la muerte de hasta 400.000 irlandeses y otros 150.000 deben emigrar a América.
A pesar de ello el siglo XVIII; es en términos generales, un periodo próspero y la población irlandesa crece, hasta alcanzar los 4 millones de habitantes. En especial la provincia del Ulster, que monopoliza la exportación de lino y desde donde se embarcan numerosos irlandeses rumbo a América. Por ello, Belfast pasó de ser una aldea de pescadores a una ciudad portuaria, dotada de una importante industria naval.
En esta época; empieza a nacer la primera conciencia nacional / no tribal irlandesa. Entre las élites presbiterianas, la cual comienza a contagiarse hacia la base social irlandesa católica. En consecuencia, el parlamento irlandés empieza a exigir mayores competencias, mejoras económicas y fiscales y los católicos empiezan a manifestarse en favor de derechos políticos. Ambas comunidades comienzan a tejer una endeble alianza para oponerse a los privilegios anglicanos , hasta que – inspirados por los ideales de las revoluciones francesa y americana – se funda un movimiento de unidad entre los irlandeses, en la década de los años 90 del siglo XVIII.
A mediados de siglo XVIII; los anglo – irlandeses consideraban a Irlanda como su país y que una unión de sus respectivos parlamentos va a proporcionarles mejores relaciones comerciales.
Pero nunca se plantean solucionar la situación de los católicos (hasta 1793; un plebeyo católico no podía ser electo al parlamento u ocupar plaza de funcionario). La revolución francesa de 1789; es vista por los elementos más politizados de la población católica de Irlanda como una esperanza, lo cual provocó que fueran perseguidos a partir de 1791. Persecución que a partir de 1793; se extienda hacia los reformistas presbiterianos y de otras minorías religiosas irlandesas.
Este grupo de perseguidos reaccionó fundando la “Sociedad de Irlandeses Unidos”, quienes reclaman la reforma del parlamento, la emancipación de los católicos y la laicidad del estado y de la administración civil. Pero el consejo privado de irlanda rechazó todas las medidas, por lo que los elementos más radicalizados empezaron a clamar la fundación de una república laica / no sectaria e independiente del Reino Unido.
En 1795; católicos y presbiterianos se oponían a los anglicanos. Pero con la derogación de las “Leyes Penales”, se inicia una dura competencia por la posesión de las tierras sin colonizar por los anglicanos. Los presbiterianos, en franca minoría, fundan la “Orden de Orange” para oponerse a los católicos, y que estos puedan comerciar con ropa tejida artesanalmente – como resultado, más de 7.000 familias católicas son expulsadas violentamente del Ulster –.
En 1798; se divulgó la noticia de la inminente publicación del “Acta de Unión”. Por la cual el parlamento irlandés sería fusionado con el de Inglaterra y trasladaría su sede a Londres, clausurando el de Dublín. (Aquí es necesario entender que Irlanda era considerada un reino independiente gobernado por Jorge III desde Londres, a través de un virrey / Lord – terrateniente de Irlanda.
La administración civil de la isla – apodada “los enterradores” –, se ejercía, desde 1767; en el Castillo de Dublín. Donde también se reunía el parlamento de Irlanda, supeditado al de Londres y el Consejo privado de Irlanda, supeditado al rey.
La mayoría de los parlamentarios que habían dado su voto afirmativo a la unión, habían sido sobornados con cargos ó tierras propiedad de la corona). Lo que provocó una nueva rebelión, rápida y brutalmente sofocada. Y tras todo tipo de bloqueos y protestas, en 1800 el parlamento irlandés firma el “Acta de Unión del reino de Irlanda al Reino de Gran Bretaña”, que se había formado en 1707; con la unión de las coronas de Escocia e Irlanda. El cual entra en vigor el 1 de Enero de 1801; mismo año que los últimos reductos de “Irlandeses Unidos” son aplastados. También se disolvió el parlamento de Dublín y los parlamentarios deben marchar a Londres, revocando la discriminación que padecían los presbiterianos, los bautistas y demás confesiones protestantes. A cambio estas comunidades comenzarán a ponerse de parte de la corona inglesa, en los sucesivos conflictos políticos e independentistas que sacudieran a Irlanda.
Respecto a la emancipación de los católicos – el fin de la discriminación legal de la población católica y el reconocimiento de sus derechos políticos y civiles – fue vetada por el rey Jorge III. Y no será definitivamente implantada hasta el año 1829. Si bien por lo menos, desde 1801; se les permite la compra de tierras a los terratenientes, pues las últimos vestigios del feudalismo han sido abolidos, en lo que a mayorazgos se refiere.
Desde 1823; el abogado David O’Connell (apodado “el libertador”) llevaba a cabo una campaña para la emancipación y el acceso sin restricciones de todos los irlandeses. Pero hubieron de esperar a la “Ley de Reforma Irlandesa” de 1832; que permitió a los católicos acceder al parlamento y se les concedió el derecho a voto (siempre que sus rentas fueran superiores a 10 Libras Inglesas al año – lo que dejaba sin derecho a votar a 1/3 de la población).
La “Ley de ayuda a Irlanda” de 1829, aprobada durante el gobierno del duque de Wellington; permitió la libertad de culto en todo el país. Pero los irlandeses católicos siguieron teniendo que contribuir a financiar la iglesia anglicana en Irlanda.
Durante todo el siglo XIX; la economía irlandesa variará en función del éxito ó el fracaso de las cosechas. Durante la guerras napoleónicas; se produjo un boom, pues al incremento de la demanda de materias primas desde Inglaterra y Escocia, se ve satisfecha con varias buenas cosechas seguidas.
Pero entre 1845 y 1849; se produjo una hambruna – “la Gran Hambre de la Patata”, que causa la muerte de casi un millón de irlandeses y obliga a emigrar a América casi otro millón, radicalizando para siempre la política irlandesa.
Entendamos que la mayoría de los irlandeses subsistían cultivando pequeñas parcelas de tierra (por ley y por costumbre, las herencias en Irlanda eran repartidas de forma equitativa entre todos los hermanos. Por lo que el minifundio se extendió por toda la isla). Y la mayoría de la población subsistía recolectando una cosecha anual de patatas y trabajando de jornaleros en los grandes latifundios. Los cuales orientaban su producción a la exportación a la Gran Bretaña.
En 1846; la filosera llegó a Irlanda, dejando sin alimentos a la población más vulnerable del país. Pero el gobierno de Londres, presidido por Robert Peel, que aplicaba una política económica de “liberalismo radical” no intentó cortar el flujo de alimentos exportados desde Irlanda (lo que hubiera bajado el precio de los alimentos), ni subir los salarios de los jornaleros y braceros irlandeses (que les hubiera dotado de mayor poder adquisitivo); hasta que fue demasiado tarde.
Para empeorar las cosas, todas y cada una de las diferentes intervenciones humanitarias (generalmente a cargo de prelados de la iglesia anglicana), fueron un fracaso. Tanto por la escasa cuantía de lo recaudado, como por la pésima gestión de los mismos. La hambruna provocó la emigración en masa de irlandeses hacia Estados Unidos, Inglaterra, Canadá y Australia.
La población total de la isla pasó de 8 millones de habitantes en 1840 a 4,4 millones en 1911. La lengua gaélica casi se extinguió, pues a la pérdida de población se le unió la implantación de la escuela nacional en idioma británico.
La diáspora irlandesa en Estados Unidos acabó beneficiándose del boom económico de la nación norteamericana. Por lo que pueden fundar – libre de la vigilancia de los espías ingleses – el movimiento independentista irlandés: “Hermandad Republicana Irlandesa”, que adoptará el nombre en gaélico “Sin Feinn / Nosotros solos” y sus miembros serán apodados “fenianos” con desprecio, por la población anglosajona. Esta organización comenzará a predicar la rebelión armada contra la corona y, sobre todo, la expulsión de los británicos de la isla.
Además y tras superar la hambruna; los irlandeses católicos van a comenzar a reclamar derechos sobre sus tierras, amparándose en la dualidad social existente en Irlanda: católicos jornaleros contra terratenientes protestantes y en la percepción de haberles sido usurpada la propiedad sobre esas mismas tierras. La primera medida es la fundación de la “Liga Irlandesa de la Tierra” que reclama una reforma agraria y emprende medidas de “boicots” sobre las cosechas, llegando a recurrir en algunos casos a la violencia.
En Londres, el gobierno de Gladstone reformó la ley para proteger los derechos de los pequeños propietarios y comienza a adquirir terrenos a terratenientes arruinados y posteriormente lotearlos entre sus jornaleros. Sin embargo esta medida llegó demasiado tarde y a penas tuvo repercusión social. Esto provocó sendas revueltas en 1803, 1848 y 1867; de carácter nacionalista, a cargo de la “Hermandad Republicana Irlandesa”.
En 1859; comenzó el proceso llamado “Resurrección del Ulster”, que es una radicalización del cristianismo dentro de las diferentes comunidades protestantes de la isla.
También, durante esta época es cuando la ciudad de Belfast se industrializa a gran escala (superando a Dublín en número de habitantes).gracias al establecimiento de una potente industria naval.
Pero las divisiones sectarias entre los “sindicalistas” / protestantes pro – Reino Unido y “nacionalistas” / católicos pro – independencia marcarán la política local durante los siguientes cien años.
Los protestantes temían que una Irlanda independizada se transformase en una “colonia de Roma” y desconfiaban de los políticos del Sur de la isla – los candidatos agrarios – que no iban a defender la industria del Ulster, basada en la siderurgia y la construcción naval. Para volcarse en la industria tradicional del Sur de la isla: destilería, cervecera y lana.
Entre el cambio de siglo XIX a XX; el tema de la propiedad de las tierras (unas 10.000 familias de ascendencia inglesa poseen la casi totalidad de las haciendas de la isla, las cuales son alquiladas a residentes jornaleros a cambio de una renta anual. Un retraso en el pago ó un impago, solían acarrear el desalojo de la parcela, y frecuentemente la quema de la choza en que moraba la familia del jornalero. Lo que acabó por indisponer a la población contra las autoridades y con el tiempo generar nuevos conflictos violentos.)
A finales de siglo XIX; la “Liga de la tierra” exigía: rentas más justas, libertad para la compra / venta de terrenos y fijar la tenencia de las parcelas arrendadas. Pero a pesar de toda una serie de leyes aprobadas por el parlamento (1870, 1881, 1903 y 1909); las cuales permitían a los rentistas adquirir las tierras arrendadas, reducir la renta a pagar y demás prebendas. Pocos jornaleros van a adquirir la categoría de propietarios.
Tras las agitaciones de la llamada “guerra de la tierra”, en las décadas de los 70 y 80 del siglo XIX; los sucesivos gobiernos de Londres van a aprobar las llamadas “Leyes de la tierra” en las que introducen una legislación de carácter social entre los años 1902 y 1903. Tratando de sustituir los grandes terratenientes por una nueva categoría social de propietarios rurales, poniendo fin a la figura del rendatario ausente.
Hasta la reforma electoral de 1870; solo los irlandeses con algún terreno ó casa a su nombre tenían derecho a votar a sus representantes en el parlamento de Londres, y solamente entre partidos ingleses. A pesar de lo cual el asunto del autogobierno para Irlanda se debate tanto en Dublín como en Londres.
Sin embargo y dentro de una facción irlandesa del partido conservador – el grupo Unionista – se produjo una escisión: la “Liga Autonómica”, que más tarde se erigió en “Partido Parlamentario Irlandés”. En las elecciones de 1880; obtuvo 63 escaños, barriendo las bancadas de los candidatos conservadores, laborista y unionistas irlandeses. En las de 1885; sacó 86 escaños, presentando en sus filas desde terratenientes hasta hijos de antiguos braceros irlandeses.
Sin embargo, los Unionistas eran mayoritarios en la provincia del Ulster. Por lo que empezaron a temer ser discriminados por una mayoría irlandesa católica, existente en la isla (Tengamos en cuenta que el Ulster había logrado un notable grado de industrialización), y de perder su comercio – libre de arancel – con la isla de la Gran Bretaña.
Entre 1886 y 1893; se presentaron dos proyectos de ley, para conceder la autonomía a la isla de Irlanda y reabrir el parlamento. Pero ambos fueron derrotados por la mayoría inglesa existente en la cámara de los comunes.
Además; el líder del Partido Parlamentario Irlandés, el diputado Charles S. Parnell, se vio implicado en un “affaire sentimental” cuando se descubrió que estaba viviendo con la señora Katherine O’Shea – en ese momento casada con un compañero de partido –. Por lo que hubo de dimitir, repudiado por los obispos irlandeses (falleciendo de infarto en 1891, a los 45 años de edad).
Finalmente; la “ley de gobierno local” salió adelante en 1898. Poniendo fin a los gobiernos comarcales de los “grandes jurados”, tradicionalmente nombrados por los terratenientes e instituyendo un poder local basado en asambleas municipales de condado (dominadas por los partidos y sindicatos nacionalistas católicos y agrarios. Salvo en el Ulster, que estaban bajo control de sindicatos industriales protestantes.
Estos, temerosos de ser aplastados por la mayoría católica, decidieron agruparse en torno a la “Orden de Orange”. En respuesta; los católicos fundaron la “Antigua Orden de Hibernia”).
En 1910; John Redmon se puso al frente del Partido Parlamentario Irlandés logrando en 1912; sacar adelante el proyecto de ley de autogobierno en los comunes. Pero fue vetada en la cámara de los lores, donde los protestantes retenían la mayoría. Este veto provocó que los elementos más extremistas del nacionalismo irlandés fundase es mismo año la “Milicia Voluntaria de Irlanda” – precursora del futuro Ejército Republicano Irlandés – en defensa de la ley de autogobierno, lo que a su vez provocó que el Ulster, los elementos radicalizados del partido unionista fundasen la “Fuerza Voluntaria del Ulster” (encabezados por los abogados sindicalistas Edward Carson y Craig, medio millón de orangistas suscribieron el “Pacto del Ulster”, para defender la unidad con Gran Bretaña y rechazar el autogobierno). Ambas importarán de manera clandestina abundantes armas – unos 30.000 fusiles –, municiones – más de 3 millones de proyectiles – y equipos de Alemania (deseosa de crear dificultades a los ingleses).
El veto de los lores no provocaba la anulación de cualquier ley. Solamente la posponía durante dos años. Por ello, en Septiembre de 1914; se votó el proyecto de ley en la cámara de los comunes, donde volvió a ser aprobada. Pero con el estallido de la Iª guerra mundial, todos los partidos moderados acordaron posponer cualquier acción política, hasta el fin de las hostilidades.
A cambio del apoyo de los parlamentarios ingleses, el Partido Parlamentario Irlandés reconocía la partición de Irlanda en dos estados (uno para cada confesión religiosa) y apoyaba a las potencias aliadas contra las potencias centrales. En consecuencia; miles de católicos irlandeses de la milicia “Voluntarios Irlandeses” se alistaron en el ejército, para formar las divisiones 10 y 16ª. Mientras que los protestantes de “Voluntarios del Ulster” hicieron lo mismo para formar la 36ª. En torno a 200.000 irlandeses de todas las confesiones vestirán el uniforme británico.
Pero esto no impidió que sucesos como el “Motín de Curragh” protagonizado por protestantes contrarios al autogobierno.
A instancias de Londres, entre 1916 y 1918 se constituyeron dos sendas convenciones en Irlanda para negociar la separación de los estados. Pero ni los representantes católicos ni los protestantes se pusieron de acuerdo. Pues 26 de los 32 condados eran favorables al autogobierno (los que no: Antrim; Armagh; Down; Fermaugh; Derry y Tyrone), cuando en la Pascua de 1916; estalló un levantamiento armado en Dublín.
A medida que la guerra discurría; la oposición a la participación irlandesa en la misma iba en aumento. Lo que llevó al gobierno inglés a desistir de implantar la conscripción obligatoria en Irlanda, sin poder evitar que en 1918; corriera el rumor que el gobierno de Londres iba a implementar la leva obligatoria en Irlanda, lo que llevó a la mayoría de la opinión pública católica a decantarse políticamente por el radical “Sinn Feín”, frente al moderado Partido Parlamentario Irlandés.
Y esta era la situación existente en Irlanda, cuando las joyas fueron robadas...

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